Llevo muchos años siendo políticamente pesimista, así que no se extrañarán ustedes si les digo que pienso que a España le queda poco tiempo para seguir siendo como es. La independencia de Cataluña y el País Vasco terminará por imponerse tarde o temprano. Esa voluntad independentista se ha manifestado claramente en las últimas elecciones generales en Euzkadi y se llama Amaiur.
Ciertamente Amaiur es heredera de ETA, ni ellos mismos quieren negarlo, y ha alcanzado grupo parlamentario por méritos propios, aunque trampeando con la legalidad. Claro que si hablamos de manejar la legalidad cualquier grupo parlamentario, cualquier partido político español, puede dar lecciones en todo el mundo. Ah, y cualquier juez de esos que filtran pausada, deliberada y malintencionadamente los sumarios secretos. Y ahí tenemos en las entrañas del Estado, dentro del mismo Congreso, en las profundidades de la comisión de secretos oficiales, a quienes quieren destruir el Estado. ¿Contradictorio o lógico?
Nos han colado el caballo de Troya, lo sabemos, sabemos cómo y sabemos con qué intenciones. No, por favor, no me digan que existen fórmulas legales de impedir que ese grupo alcanzase las instituciones ¿no es eso también una manera de manipular la realidad? Y sí, admito que la fórmula del disimulo terrorista también es una manera de burlar la Ley. Esas fórmulas legales para impedir que los independentistas lleguen al Congreso son fórmulas para tapar la boca a miles de ciudadanos con derecho al voto. ¿Cómo impedirlo? ¿Cómo impedirlo otra vez?
Si ustedes quieren, yo también, buscar un culpable busquemos los que no supieron manejar la situación social vasca y permitieron que diversos colectivos, enseñantes, religiosos y otros, manejaran los sentimientos de miles de vascos hasta terminar volviendo 180º su posición, pasando, a veces gradualmente, a veces bruscamente, a apoyar el independentismo asesino de ETA. Todavía recuerdo que la vuelta ciclista a España podía pasar por el País Vasco y que de los caseríos bajaban a proporcionar agua o leche caliente a los guardias civiles. ¿Se imaginan ahora?
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