Sí, es de derechas, quizá muy de
derechas. ¿Y? Precisamente por eso me alegró. Porque para prensa de izquierdas,
especialmente en el sector televisivo, ya vamos sobrados. Ya vamos manipulados,
quiero decir. Y de teles amorfas y acomodaticias también estamos saturados,
hartos a reventar. ¿Es que Intereconomía no tiene todo el derecho del mundo a
ser de derechas, a opinar lo que quiera y a publicitarlo? ¡Como cualquier otro,
tanto como la Cuatro o la Sexta, tanto como la cadena SER, como Público o como
El País! ¿Por qué se agrede a la tele de derechas y no a la de izquierdas?
¿Acaso es más digna una opinión que la otra? ¿Es más demócrata un medio de
izquierdas por ser de izquierdas que uno de derechas? En España nos falta mucha
democracia, mucho respeto a los demás, aunque no sean de izquierdas, aunque no sean
de la Zeja, aunque no sean de Polanco, aunque no apoyen al PSOE, aunque irriten
al Gran Guayomin. Precisamente porque irritan al Gran Guayomin. España está
llena de demócratas de cartón piedra, de demócratas de boquilla, de demócratas
postizos. Los dueños y trabajadores de Intereconomía tienen todo el derecho a
defender sus tesis, a salir a la calle y entrevistar a todo el que se deje. Y
si tienen como objetivo defender las tesis de millones de ciudadanos… mejor que
mejor.
Intereconomía dice lo que piensan
muchos españoles, que en definitiva son sus clientes, de ellos vive la empresa.
Y no engañan a nadie, no van de políticamente correctos, que es lo que más
gusta de ellos. Lo que más me gusta de ellos. Hay un sector de españoles que
siguen sus informaciones con cariño y aprecio, valorando positivamente todo su
trabajo. No viven de subvenciones como el cine español, tan sectario, tan
doctrinario, sino de sus anunciantes y sus espectadores.
La agresión que casi todos hemos
visto es de lo más cobarde y rastrero, propio de dictadorzuelos baratos, de
malnacidos carentes de valores democráticos, de fascistas y comunistas que
creen en la intrínseca maldad de todos aquellos que no piensan como ellos. Ya
digo, dictadorzuelos baratos, Franco,
Mussolini y Hitler, todos juntos, que creen que la razón es suya, sólo suya,
todos los que no somos como ellos estamos equivocados y merecemos ser agredidos
en plena calle. Los que han cometido esa tropelía, y los que ahora les dan
palmaditas en la espalda, entienden la libertad de expresión sólo para los que
opinan como ellos. Por ejemplo, Lenin, Stalin y Pol Pot. Quizá por eso, no sólo
por eso, apoyo a Intereconomía.
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