No sé las
coincidencias ideológicas que puedo tener con los firmantes del documento que
está leyendo media España, pero me resulta imposible dudar de la necesidad de
refundar nuestro país, de reconvertirlo. Algo hemos hecho mal, evidentemente. A la
situación actual no se llega sin más ni más ni de golpe. Se llega poco a poco,
después de numerosos errores, después de muchas inhibiciones, después de que
muchos responsables se encogieran de hombros.
En España hemos
conseguido que los grandes defensores del separatismo hayan ido aumentando su
poder y su influencia sin que ninguno de nuestros dirigentes, ponga usted al partido
que quiera, haya intentado evitarlo. Últimamente hasta los defensores de ETA,
los que les elevan vídeos de oración pública, subvencionados con dinero de
todos, estén dirigiendo importantísimas instituciones. El número de votantes
aumenta día a día sin que aquellos que dirigen “esto” se inmuten. Los injustos desequilibrios cometidos contra el resto de
autonomías desde el País Vasco (Hacienda propia) y Cataluña, donde se ignoran
las sentencias de los más altos tribunales, no han servido para limitar las
ansias egoístas de sus respectivos partidos nacionalistas, al contrario,
parecen haber marcado la debilidad de España.
En Economía
nos hemos convertido en un triste país del que debemos avergonzarnos pues no
hemos sabido administrar nuestra fortuna, dejándonos llevar por políticos
indignos y corruptos que nos han
postrado en una situación de extrema delicadeza. Los ciudadanos nos
vemos empujados a una situación de pérdida de derechos y de nivel de vida del
que sólo se han beneficiado unos pocos elitistas, dueños de los grandes
mercados... o consejeros de las antiguas Cajas de Ahorros. Somos la vergüenza de Europa y necesitamos de
su caridad para que nos saquen de esta situación catastrófica.
En Educación,
¿qué podemos decir de un país que se encuentra en los últimos escalafones de
las encuestas? En España se ha perdido la idea del esfuerzo, el concepto de
sacrificio, la noción de que sólo trabajando se sale adelante. Una panda
inmensa de rufianes nos enseña que estudiar apenas tiene futuro comparado con
la vida de trilero, que la autoridad de los padres o de los maestros puede ser
desafiada sin más motivo que la propia voluntad y que los niños, esas armas
cargadas de futuro, carecen de cualquier obligación aún cuando están llenos de derechos.
En otros
valores morales, éticos o sociales España es un país conocido por el anormal
fenómeno del botellón, el país al que vienen los extranjeros a beber y follar
con plena libertad y sin complejos, como antaño los norteamericanos iban a la
Cuba de Batista. Nos hemos convertido en el burdel de Europa. La sociedad
española se encuentra radicalmente enferma, basta ver la televisión, observar
las caras, actitudes y comentarios o expresiones de los lúgubres personajes que
en ella triunfan, adorados por varios millones de ciudadanos ayunos de valores superiores,
afectos a estrellas picarescas que, tal es su éxito popular, cobran más que el
presidente del gobierno por aparecer ante las cámaras.
Este sistema
nos ha llevado a la ruina moral y económica, no se arregla con cuatro chapuzas;
la reforma del Estado, de sus valores y de sus dirigentes debe ser total; no
basta con echar una capa de yeso, no basta con cambiar los azulejos o el color
del cuarto de estar. Hay que echar abajo paredes, fortalecer bovedillas y
reforzar pilares. La chapuza no se puede admitir, llevamos años de descrédito,
de deterioro, de decadencia sin que nadie se decida a cambiar modos y maneras.
Un lavado de cara, una renovación del mobiliario no es suficiente.
1 comentario:
No es suficiente no.
Hay que hacer borrón y cuenta nueva.
¿Equivocarnos?; en todo, pero básicamente por suponerles al principio una buena voluntad por el interés general en los "padres de la Transición y la Constitución" y luego no haber intervenido los ciudadanos más que a facilitarles su propio blindaje y darles nuestro apoyo inquebrantable a una de las partes de LACASTA, reforzándola en cada ocasión.
Son las instituciones las que deben importarnos, las que deben ser fuertes e independientes de las demás, no los partidos, los sindicatos y la patronal.
Un desesperanzado saludo
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