Es bonito que en la sociedad se
instale un debate público y se confronten posiciones con respeto y claridad.
Dejarlo todo al debate de los partidos es dejar que la ideología influya en un
debate que le es ajeno, un debate cuyas decisones deben ser propias del sentido
común, sin partidos ni banderías. Que el ciudadano común opine y actúe sin
influencia partidaria no es frecuente. Lamentablemente.
Les hablo del debate sobre las
bicis en la ciudad, especialmente en la calle Mayor. Soy parte de ese debate,
soy ciclista urbano y acabo de cruzarme con una banda de golfos subidos en bici
que a gran velocidad han ocupado dos carriles de la avenida de Valladolid,
haciendo un giro prohibido al llegar a San José y ocupando al mismo tiempo los
dos lados de la calzada y la acera. Bestias.
Quizá debatir sobre la presencia
de las bicis sea innecesario, quizá deberíamos centrar el debate en los
insensatos. E insensatos los hay al volante, al manillar y a pie. Cada año se
venden más bicis en España, el año pasado se han vendido más que coches. Las bicis
se van a imponer como se han impuesto en muchos países adelantados, modernos y
eficaces.
Leo que hay quien quiere volver a
pintar en las calles aquellas horrorosas líneas por las que Heliodoro Gallego
fue tan dura y acertadamente criticado. Pintarrajear las calles no se convierte
en algo bueno con el paso de los años o con el cambio de gobierno municipal,
sigue siendo una patochada tercermundista. Y sin embargo hay que facilitar la
circulación de las bicis por las aceras más anchas de la ciudad. Se puede
señalar la franja que se crea conveniente, por el exterior de la acera, con
líneas de baldosas de diferente color, por ejemplo.
Impedir la circulación de bicis
por la calle mayor a determinadas horas, precisamente cuando más necesarias
son, es un atraso, debe haber otras maneras de hacerlo sólo cuando los peatones
la ocupen masivamente. Piensen, que es su trabajo.
Las bicis no tienen peligro, sino
los malos ciclistas, inconscientes y abusadores. Pero también los hay al
volante y se les persigue, identifica y multa. Pues a ello con los malos
ciclistas, caramba. Pero no me pinten las rayitas de don Heliodoro.
Señores concejales: no pueden
poner puertas al campo, en sus manos está adelantarse a los tiempos o dejarse
arrastrar por ellos, pero lo de las bicis va a más. Hubo un tiempo en que los
coches eran señal de progreso, ahora lo son las bicis. Pero sin las rayitas,
oiga.
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