Toda libertad trae su esclavitud para no caer en el
libertinaje. Todo éxito esconde su miseria, aunque lleve a la gloria.
Asociarnos con Europa, ser miembros de pleno derecho de la Unión Europea nos ha
traído que salgan a la calle miserables, sinvergüenzas y personajes que merecerían
exhibir a sus espaldas un sempiterno cartel de “hijo de puta” para conocimiento
de todos cuantos tuviesen la fortuna de cruzarse con él en la calle, en el
portal o en el ascensor. O en la libertad… que la libertad implica justicia y
no se ha producido tras el fin de la doctrina Parot.
Las iras de los españoles, de las víctimas fundamentalmente,
se vuelven hacia el Tribunal Europeo de Derechos Humanos porque su sentencia
implica que decenas de malnacidos estén ahora en las calles. Su libertad
significa en algunos casos la ofensa de sus compinches, que los homenajean en
las herrikotabernas, pero en otros significa, además, un grave peligro
permanente para sus vecinos o para los ciudadanos en general.
Que asesinos y violadores sin arrepentirse y sin reinsertarse
vuelvan a convivir con el ciudadano normal, quizá a tomar café a su lado, a sentarse
en el mismo banco del parque o a comprar tabaco en el mismo momento y lugar,
significa además del daño moral de la injusticia, un gravísimo riesgo para
todos quienes tenemos como objetivo vivir pacíficamente y tenemos derecho a
reclamar que se haga justicia y que se prevengan futuros riesgos. Pero reclamar
al tribunal de Estrasburgo es un error de objetivo.
Es España, el Estado y los políticos españoles que durante
tantos y tantos años, tan largos y tan sembrados de cadáveres, los que deberían
responder. Ellos permitieron que durante años y más años tuviésemos de promedio
uno o dos cadáveres a la semana sin que a nadie se le ocurriera la feliz idea
de poner fin al desaguisado judicial que amparaba al asesino y dejaba a la intemperie
a las personas de bien. Criminales, pederastas asesinos y violadores que ahora
ven la calle se vieron beneficiados por la mentecatez de nuestros políticos,
encargados por nosotros de administrar la democracia, la justicia y el
bienestar de la ciudadanía.
A ellos debemos reclamar, a ellos debemos exigir
responsabilidades, ellos deben rendir cuentas ante el Parlamento y los ciudadanos.
Y, ya que estamos en una sociedad mediática, por qué no también aclarar ante la
prensa su actitud durante esos años. Es necesaria una clarificación de responsabilidades;
aquellos que vemos ofendida nuestra sensibilidad por las imágenes de las
excarcelaciones necesitamos oír a los grandes comunicadores de radio,
televisión y periódicos exigir una respuesta a quienes durante tanto tiempo
convivieron con un desastre de justicia y pusieron los cimientos de la
sentencia del alto tribunal contra la doctrina Parot
Indignémonos, sí, pero dirijamos nuestra indignación a
quienes son los culpables de aquello que nos aterroriza y aflige. Su inacción
es causa directa de lo que está sucediendo estos días y del dolor que causa al
ciudadano común. ¿Y si alguno de los excarcelados vuelve a delinquir y a causar
sufrimiento y dolor quién será corresponsable?
1 comentario:
Sólo quiero manifestar que los ciudadanos españoles deben tener claro que los responsables directos de que terroristas asesinos, violadores, torturadores y los peores individuos de la condición humana esten en la calle son: Zapatero y su partido el PSOE que negoció y envió un "juez" al Tribunal de "Derechos" Humanos de Estrasburgo para que les convenciera y derogaran la doctrina parot, y Rajoy y su partido el P.P. que no recusó a ese "juez" pudiéndolo haber hecho y que ha permitido esta desvergüenza. Todo lo que a partir de ahora cometan estos "individuos": asesinatos, violaciones, tortura etc etc será responsabilidad del PSOE, del P.P. y de quienes con su voto apoyen a estos partidos.
Publicar un comentario