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15 julio 2014

Socialismo y nacionalismo, presente y futuro de España

El PSOE ya ha pasado por esto y le salió mal. Elegir secretario general a un diputado semidesconocido y sin un currículo granado acabó en Zapatero y en la desgracia del PSOE y de España. No hay quien los conozca a ninguno de los dos.

Cabe darle al nuevo secretario un amplio margen de confianza aunque el proceso de primarias que acaba de celebrarse no sirve para conocer la visión de España y de nuestros problemas que tienen los distintos candidatos; sólo sirve para conocerles superficialmente y apostar, según quién les apoye, sobre el nombre del triunfador. Hace ya tiempo he aprendido a relativizar la importancia de las ideologías y a valorar mejor a las personas que las sustentan. Ideología aparte, Zapatero ha sido un lastre y el PSOE lo está pagando.

El nuevo secretario general no sólo se debe enfrentar a la terrible situación económica en que el capitalismo nos ha sumergido (¿La humanidad que ha puesto un coche en Marte no encuentra una alternativa entre capitalismo y socialismo?) sino a los problemas territoriales de España, acrecentados por la estúpida memez zapateril y por la estúpida ignorancia de Rajoy. La alternativa que apunta el PSOE es una nueva constitución hecha a medida  de Cataluña, todavía tenemos que saber si somos una nación, una nación de naciones o un autobús atestado de viajeros que están deseando salir a la carrera.

Me pregunto por qué la torpe inactividad de Rajoy, por qué nadie, salvo iniciativas privadas, moviliza a la Cataluña no nacionalista, por qué el PP ha dejado el libre el terreno dela propaganda a sus enemigos, por qué el Estado parece ausentarse y encogerse de hombros, por qué nadie con visión de Estado parece tener capacidad de mover a las masas.

Uno se pregunta por qué tanta Cataluña a todas horas, por qué importa tanto lo que opinan unos españoles y por qué se ignora lo que opinamos otros. En la España que viene nadie parece defender los intereses de Castilla, que quedará marginada una vez más, en los nuevos tiempos. Me gustaría saber quién va a alzar la voz cuando unos y otros pacten un papel predominante para una parte de españoles, con ventajas económicas, legales y financieras como ahora mismo disfrutan bajo el silencio cómplice de nuestros representantes, en Navarra y el País Vasco.


Todo parece querer darse por Cataluña, todo por su integración en España; se darán las vueltas que sean necesarias a las leyes para que, en función de las ventajas obtenidas, Cataluña –los nacionalistas catalanes- decidan quedarse dentro de España. Pero si unos salen ganando, ¿qué pasa con los que salen perdiendo? ¿Quién, señores representantes, nos defiende, quién mirará por nuestros intereses políticos y económicos? España se está convirtiendo en un donut. Salvo Madrid el interior se está convirtiendo en desierto, sólo en los litorales hay industria, población y riqueza. ¿Lo demás…? Desierto castellano.

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