Llevamos siglos queriendo “suicidar” a España y aún no lo
hemos conseguido, hay motivo para la esperanza. Cada vez que empieza un
telediario aparecen razones para querer dejar de ser español, surgen tantos
deseos de suicido nacional como setas en otoño. En el bosque de la política española
siempre es otoño.
De derecha a izquierda asoman impulsores del suicidio de
España a golpe de vergüenza propia. Bandoleros de Andalucía, de la Comunidad
Valenciana, de Madrid, de Cataluña o de las Baleares nos acercan cada día a la
catástrofe. Sindicalistas trapisondistas, políticos fulleros y banqueros
delincuentes nos han puesto en brazos de los nuevos salvadores de la patria que
nos aseguran que envolviéndonos en su colchón de bellas palabras y bonita
música no hay peligro. El asunto no sería grave si no hubiese varios millones
de españoles dispuestos a atender sus cantos de sirena.
En España la derecha está avergonzada de serlo y jura ser
centrista. Cuántos matices de vergüenza le ponen a la palabra, a la ideología,
nadie acepta la bandera que tantos enarbolan más allá de los Pirineos. Esa
misma derecha (perdón, “el centro derecha”), pasa por alto desigualdades e
injusticias -decrepitud de servicios sociales, enseñanza, salud, desahucios,
paro- y niega los graves problemas sociales de nuestro país en vez de
reconocerlos y apropiarse de las soluciones. Abochornados, dejan la iniciativa
en manos de la izquierda más vergonzosa. De la noche a la mañana nos vamos a
levantar leninistas de mano de quienes siempre tuvieron miedo a la libertad de
prensa.
La torpeza de quienes nos han pilotado hasta este 2015 es
hacernos ver que debemos elegir entre la basura de su corrupción y su
insensibilidad y la mugre de la demagogia torticera de una izquierda que
amenaza con cerrar este periódico porque “la prensa privada está al servicio
del capital”. Y se supone que esas son todas las posibilidades de elección que
nos quedan. Pero eso sí, no debemos preocuparnos porque todavía tenemos
“Sálvame” y “Gran Hermano VIP”, a estos sí les respetarán su libertad porque si
llega a haber suicidio necesitan anestesiarnos antes. Habrá todas las ediciones
que sean necesarias.
Llevamos siglos queriendo “suicidar” a España y aún no lo
hemos conseguido, hay motivo para la esperanza.
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