De las manifestaciones de los
podemitas, sus tuits incluidos, me
interesan sobre todo las primeras, aquellas que descargaban ante el micrófono o
ante el teclado cuando no pretendían que les votáramos, cuando no pretendían
caernos simpáticos y ganar nuestro voto. Allí se manifestaban sin prejuicios. Ahora,
cuando la Ley mordaza del PP, esa ley que nos puede prohibir hacer gestos de
desaliento ante las decisiones de Rajoy, tienen especial relevancia algunas de
aquellas exhibiciones de leninismo que con cierto desprecio a quienes las
escucharan soltaban en cuantito tenían la más mínima oportunidad. No obstante a
estos nuevos ídolos de media España se les ve el plumero incluso ahora, cuando
tienen que disimular. El leninismo les sale por los poros.
Como ustedes saben toda la
oposición está unida contra esta ley que durará lo que dure el gobierno del PP,
previsiblemente bien poco. Ante esta ley, los demócratas (y los que no lo son pero
quieren beneficiarse de la democracia) se han rebelado hablando con la boca
bien llena de la libertad de expresión. La libertad de expresión es básica,
esencial, en una democracia. Se podría decir que son sinónimos, al menos que
sin esa libertad tampoco existen las demás ni, por lo tanto, la democracia.
Escribir, defender opiniones,
editar un periódico, tener una televisión, dar una rueda de prensa, son el
cimiento del edificio de la libertad. De la Libertad, quiero decir. Cualquiera
debe poder hacerlo. ¿Se acuerdan de cuando Franco? ¿Sabe cuántas televisiones
había en España y para qué servían? ¿Y a quién servían? Pero sobre todo, ¿sabe
usted quién era el dueño de esas teles? ¿Sabe algo de la censura que tenían que
sortear los periódicos para salir a la calle todas las mañanas?
Pues Pablo Iglesias, que si Dios
no lo remedia será el próximo presidente o vicepresidente de gobierno, quiere
mejorar a Franco. A Iglesias no le mola que haya periódicos privados. Como Franco.
Y quiere regularlos. Como Franco. Al final los extremos se juntan y unen sus
fuerzas porque comparten un mismo fin: dominar. Iglesias dice en “El País” quiere
regular los medios de comunicación para garantizar la democracia. Toma ya. La censura
garantizará la libertad de expresión, le faltó decir.
Los españoles no somos en general
conscientes de quienes son estos nuevos comunistas que nos prometen el oro y el
moro con tal de alcanzar el gobierno. Hasta tal punto nos encogemos de hombros
que Pedro Sánchez se ha aliado con ellos allá donde le ha convenido, es el
precio del poder. Cuando esta gente radicalmente extremista, la meona de Colau
entre ellas, nos regule los periódicos y las televisiones, cuando su programa
estrella sea “Aló, presidente Iglesias”, ya será tarde. Nos hemos dejado prender
por unos cantamañanas macarras que van a marcar nuestro destino. Nos pasará
como cuando las hijas de Zapatero fueron vestiditas de góticas a ver a Obama: haremos
el ridículo cada vez que aparezcan en la tele y el mundo se reirá de nosotros
pero ahora no sabremos por qué, porque los medios estatales gobernados por esta
panda de iluminados nos lo ocultarán.
Esa es la diferencia, señores
leninistas, entre medios de comunicación libres y medios de comunicación “regulados”.
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