Bienvenidos, majestades, a
Palencia, bienvenidos a la tierra de la que nadie habla, a no ser que toque la
lotería y se arme el cristo del lotero o que viejos amantes amargados se
desafíen a navajazos en el Salón, bienvenidos a una tierra tan noble como
discreta, tan conservadora como audaz. Bienvenidos a la nada.
Majestades, nadie hablará de
nosotros cuando hayamos muerto, porque estamos muertos y nadie habla de
nuestros problemas, a nadie interesamos, nadie nos hace caso. Ni nuestros
parlamentarios pasados ni los futuros; no interesamos porque no lloramos.
Tenemos a unos y a otros hablando del problema catalán, planteando soluciones
al problema catalán y llenando horas de radio y televisión, portadas y más
portadas de periódicos con los intereses de los catalanes… de algunos
catalanes. Pero de los nuestros nadie se ocupa, no estamos, no contamos, no
somos.
A nadie parece preocupar,
Majestades, que esta tierra que fue parte fundamental de Castilla y por lo
tanto de España se muera, porque nos morimos, agonizamos. Y lo hacemos como los
más nobles, en silencio, discreta y calladamente. Nuestros pueblos viven solo del
campo, y solo del campo no se vive, se muere. Cada año Palencia pierde mil habitantes.
Como si hubiera pocos palentinos ya en Alemania, Suiza o… o Cataluña. No, no
estoy obsesionado con Cataluña, estoy obsesionado con Palencia y con Castilla, esa
parte fundamental de la historia de España que hoy no existe para nuestros
políticos, para esos políticos que despreciamos pero votamos. Para esos políticos
a los que no importamos, que no piensan en nosotros sino en sus sedes de Madrid,
donde reparten puestos y prebendas.
El campo es fundamental, Majestades,
nuestros cereales y nuestras huertas son parte imprescindible de nuestras
vidas, pero son parte prescindible del futuro. Porque siempre nos quedará Marruecos
que nos inunde de tomates o Nueva Zelanda que nos inunde de lechazos churros con
denominación de origen de Castilla y León. Sí, a la agricultura y a la
ganadería que a pesar de la competencia desleal salen adelante con enormes
esfuerzos y a veces haciendo frente a una legislación falaz, traicionera y
pensada solo para joder, y ustedes perdonen, Majestades, el vocabulario de
alguien que ama a su tierra por encima de gobiernos y circunstancias políticas…
El campo es fundamental, pero sin
industria no hay futuro. Y no hay industria. En Palencia no hay industrias,
bueno, sí, hay una. Somos un monocultivo industrial y nuestros pueblos se
vacían. Sin puestos de trabajo Cervera de Pisuerga, Osorno o Frómista se
vaciarán como se vaciaron Támara de Campos, Villasirga o Revilla de Pomar.
Somos tierra de héroes pero hasta
los héroes se cansan, desfallecen y mueren. Reventamos de honores y de
historia, reventamos de arte y de monumentos y reventamos de jubilados, que
benditos sean ellos y su experiencia. Pero no se puede vivir de las piedras, no
se puede vivir de los recuerdos, no se puede vivir de la emigración.
Necesitamos, Majestades, que alguien meta un cardo borriquero en salva sea la
parte a nuestros políticos, ya que nosotros no lo hacemos, por cobardía, por
dejadez o por ignorancia, para que reaccionen y nos defiendan, para volver a tener
ilusiones, para volver a tener posibilidades, para volver a poblar nuestra
bendita tierra de Castilla de hijos y de futuro. Porque no todo es Cataluña ni
los catalanistas, porque nosotros también contamos, Castilla también existe o
al menos debiera existir para España, esta hija malcriada que ignora y
desprecia a su madre.
Majestades, mis vecinos han colgado la bandera
de España, hacen bien, me gusta, pero yo prefiero colgar la de Palencia y la de
Castilla. Señores, no tarden en volver, a lo peor ya no nos encuentran.
1 comentario:
¡Cuánta razón! Palencia como León se muere y aquí sólo se habla de Cataluña. Saludos.
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