Yo me quité del fútbol como otros
se quitan del tabaco. El fútbol como pasatiempo está bien, igual que una sopa
de letras o un crucigrama, pero ocupa mucho tiempo y desata entusiasmos
animales. Demasiado animales. Perdí la afición por estas cosas cuando me empecé
a aficionar a la que sería mi mujer, la gran afición de mi vida. Debo ser
excesivamente elemental y simple y si atendía a unas razones no atendía a otras.
Con la cantidad de personal que hay ahí fuera que hace a pelo y a pluma a la
vez, oigausté.
El caso es que sin embargo el
fútbol es para mí un experimento sociológico; me divierte y a la vez me resulta
incomprensible que tanta gente ponga su felicidad, o al menos su buen o mal
humor, en los pies de once señores que llevan en la camiseta el nombre del
pueblo. O de la Nación. No, eso no, borren eso, quiten “nación” y pongan
“Estado”, que como ya dijo un inepto “el concepto de nación es discutido y
discutible”. Quede claro que yo he pasado muchas tardes de domingo de mi
juventud yendo a ver al CD Venta de Baños, a ver quién da más. Pero ya les digo
que no terminaba de entender eso de que el honor de Venta de Baños, o el de
España, dependiera de los pies y de las patadas de unos cuantos que además no eran
de Venta de Baños…
Pero les digo que
sociológicamente es un hallazgo monumental, descomunal, épico, gigantesco,
morrocotudo… si ustedes me permiten la popular expresión. Que con motivo de una
serie de partidos de fútbol se movilice una nación (ya, bueno, o un “Estado”)
que no se moviliza con motivos mucho más graves (rapiña sistematizada,
injusticia generalizada o dejadez coordinada) es algo que me llama la atención
y me sobrecoge. Con la de motivos que hay para salir a la calle llenos de
entusiasmo y fervor o de protesta y alboroto…
Que estos días en los balcones
empiecen a verse banderas de España cuando a tantos les da vergüenza sacarla
con motivos más adultos, que en los bares haya quien hable de España y no del
“Estado Español” o que en los estadios franceses haya españoles que tararean el
himno que a algunos parece una pachanga fachosa son cosas que me asombran. Me
asombra que seamos europeos tan raritos y que lo que sea normal en Francia, en
Finlandia o en Portugal entre nosotros sea algo excepcional, que solo sucede si
hay fútbol. A lo mejor son cosas que van unidas a la cultura y un país en el que
el periódico más vendido es el… el que es… se merece eso. Ustedes disculpen si
les recuerdo que hace ya semanas les confesé mis ansias de hacerme andorrano.
Hubo un tiempo en que solía
aprovechar el horario de los partidos de fútbol para escaparme por la ciudad y
pasear por sus calles vacías, sentarme en una terraza absolutamente tranquila,
sin pajoleros críos que estuvieran dando la matraca con el puñetero balón
p’arriba y p’abajo. Últimamente en cambio prefiero esas horas para hacer la
compra y deleitarme en la sección de congelados. Sobre todo ahora, cuando ya
empiezo a sobrellevar con disgusto el calor estival. Allá entre langostinos
ultracongelados y verduritas escarchadas me paso las horas dejándome llevar por
el fresquito que sale de los arcones congeladores. Eso sí, siempre de pie.
Hace un par de olimpiadas, o
campeonatos del mundo de algo, no recuerdo, me atreví a escribir al responsable
de una de estas grandes superficies sugiriendo que trasladasen la exposición de
muebles hasta las inmediaciones de los congelados. Anda que no me hice yo
ilusiones con esos sillones tan cómodos que echan el respaldo hacia atrás… ilusiones
que luego se demostraron tan vanas como las de un portero condenado a la eterna
suplencia. Por supuesto ni me respondieron ni me hicieron caso, pero como soy
muy persistente volví a escribir sugiriendo que por lo menos trasladaran la
exposición de muebles de jardín, que pesaban menos y quedaban muy frescos al
lado de los helados. No, no, tampoco me hicieron caso así que últimamente
aprovecho las horas de fútbol para dedicarme a la otra afición de la que les he
hablado al principio. Solo que yo soy de gol más tempranero que Piqué el otro
día. Así que estoy como loco porque llegue el próximo partido de la selección.
Por mí como si hay varios a la semana.
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