Palencia es una emoción:

16 junio 2016

La selección estatal de fútbol y la bandera nacional

Yo me quité del fútbol como otros se quitan del tabaco. El fútbol como pasatiempo está bien, igual que una sopa de letras o un crucigrama, pero ocupa mucho tiempo y desata entusiasmos animales. Demasiado animales. Perdí la afición por estas cosas cuando me empecé a aficionar a la que sería mi mujer, la gran afición de mi vida. Debo ser excesivamente elemental y simple y si atendía a unas razones no atendía a otras. Con la cantidad de personal que hay ahí fuera que hace a pelo y a pluma a la vez, oigausté.

El caso es que sin embargo el fútbol es para mí un experimento sociológico; me divierte y a la vez me resulta incomprensible que tanta gente ponga su felicidad, o al menos su buen o mal humor, en los pies de once señores que llevan en la camiseta el nombre del pueblo. O de la Nación. No, eso no, borren eso, quiten “nación” y pongan “Estado”, que como ya dijo un inepto “el concepto de nación es discutido y discutible”. Quede claro que yo he pasado muchas tardes de domingo de mi juventud yendo a ver al CD Venta de Baños, a ver quién da más. Pero ya les digo que no terminaba de entender eso de que el honor de Venta de Baños, o el de España, dependiera de los pies y de las patadas de unos cuantos que además no eran de Venta de Baños…

Pero les digo que sociológicamente es un hallazgo monumental, descomunal, épico, gigantesco, morrocotudo… si ustedes me permiten la popular expresión. Que con motivo de una serie de partidos de fútbol se movilice una nación (ya, bueno, o un “Estado”) que no se moviliza con motivos mucho más graves (rapiña sistematizada, injusticia generalizada o dejadez coordinada) es algo que me llama la atención y me sobrecoge. Con la de motivos que hay para salir a la calle llenos de entusiasmo y fervor o de protesta y alboroto…

Que estos días en los balcones empiecen a verse banderas de España cuando a tantos les da vergüenza sacarla con motivos más adultos, que en los bares haya quien hable de España y no del “Estado Español” o que en los estadios franceses haya españoles que tararean el himno que a algunos parece una pachanga fachosa son cosas que me asombran. Me asombra que seamos europeos tan raritos y que lo que sea normal en Francia, en Finlandia o en Portugal entre nosotros sea algo excepcional, que solo sucede si hay fútbol. A lo mejor son cosas que van unidas a la cultura y un país en el que el periódico más vendido es el… el que es… se merece eso. Ustedes disculpen si les recuerdo que hace ya semanas les confesé mis ansias de hacerme andorrano.

Hubo un tiempo en que solía aprovechar el horario de los partidos de fútbol para escaparme por la ciudad y pasear por sus calles vacías, sentarme en una terraza absolutamente tranquila, sin pajoleros críos que estuvieran dando la matraca con el puñetero balón p’arriba y p’abajo. Últimamente en cambio prefiero esas horas para hacer la compra y deleitarme en la sección de congelados. Sobre todo ahora, cuando ya empiezo a sobrellevar con disgusto el calor estival. Allá entre langostinos ultracongelados y verduritas escarchadas me paso las horas dejándome llevar por el fresquito que sale de los arcones congeladores. Eso sí, siempre de pie.

Hace un par de olimpiadas, o campeonatos del mundo de algo, no recuerdo, me atreví a escribir al responsable de una de estas grandes superficies sugiriendo que trasladasen la exposición de muebles hasta las inmediaciones de los congelados. Anda que no me hice yo ilusiones con esos sillones tan cómodos que echan el respaldo hacia atrás… ilusiones que luego se demostraron tan vanas como las de un portero condenado a la eterna suplencia. Por supuesto ni me respondieron ni me hicieron caso, pero como soy muy persistente volví a escribir sugiriendo que por lo menos trasladaran la exposición de muebles de jardín, que pesaban menos y quedaban muy frescos al lado de los helados. No, no, tampoco me hicieron caso así que últimamente aprovecho las horas de fútbol para dedicarme a la otra afición de la que les he hablado al principio. Solo que yo soy de gol más tempranero que Piqué el otro día. Así que estoy como loco porque llegue el próximo partido de la selección. Por mí como si hay varios a la semana.

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