Hace tiempo, buscando
informaciones sobre Italia, encontré en You Tube un video de Riccardo Muti, el
famoso director de orquesta transalpino. Era aquella una magnífica versión de
“Va pensiero” en un teatro italiano... en la Italia de Silvio Berlusconi. El público
escuchó con el máximo respeto la interpretación del que a veces se considera segundo
himno italiano y después, en un estallido de júbilo y emoción, se puso de pie y
empezó a aplaudir henchido de emoción. En momento dado un espectador gritó un
“Viva Italia” coreado por los asistentes.
Unos minutos después, cuando los
aplausos se apagaron, Muti se dirigió dulce y delicadamente a los asistentes
manifestando su acuerdo con aquel “Viva Italia” pero al mismo tiempo demandando una Italia patriótica, claro, pero
en la cual la cultura fuese parte de los fundamentos de la patria. En caso
contrario, en su opinión, Italia sería realmente “bella e perduta”, como
dice la letra del famoso coro de Verdi. Después,
tras algunas palabras contra el gobierno, y siempre de cara al público, dirigió
el bis que se le había pedido. Los espectadores, de pie, cantaron con profundo
sentimiento las famosas estrofas de este segundo himno, mientras desde lo alto
algunos espectadores arrojaban confeti. La emoción hecha papel de colores.
En mi opinión, los hombres
estamos hechos de emociones y pragmatismo. Somos la emoción de la patria, la
emoción de los héroes y de los himnos e imágenes que nos representan, pero
somos también pan y casa y un trabajo digno y estable. Y de esto los españoles
sabemos mucho, nuestros políticos se ocupan de hacérnoslo saber.
No hay, que yo sepa, otro país
donde la nación sea siempre puesta en tela de juicio, donde la unidad sea
siempre cuestionada, donde los gobiernos nos digan con desfachatez que la idea
de nación es discutida y discutible. España y sus 500 años en común son una duda
histórica, una inconsistencia permanente; nosotros no solo tenemos un himno o
una bandera, sino dos. Y no se trata de dos banderas o himnos complementarios,
como en Italia, sino rivales, enemigos. Sería el momento de preguntarse si como
ha cantado Antonio Machado no hay una sino dos España. Ambas dispuestas a
helarnos el corazón.
Y soy muy consciente de que
durante mucho tiempo la idea, la bandera y los símbolos de España han sido
utilizados por media España contra la otra media, por eso algunos partidos los
ven con recelo o directamente los repudian, de manera que estar medianamente
orgulloso de ser español es visto por algunos fanáticos como la quintaesencia
del fascismo. Desde mi orgullo de ser castellano, esa antigua nación, estoy
orgulloso de ser español, tanto como los franceses, los senegaleses o los
tailandeses pueden estar orgullosos de sí mismos.
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