Una de las cosas que más me
molesta es dar la razón a nuestros dirigentes. Demostrar que quienes gobiernan
están en lo cierto es lo más negativo para quienes nos dedicamos a opinar en
público de aquello que sucede, no en vano lo que más repiten los lectores o los
oyentes es aquello de “tienes que dar más caña”. Si los políticos acertaran,
los opinadores, comentaristas y demás gente de mal vivir íbamos a desaparecer.
Pues qué quieren que les diga,
Rajoy tenía razón “La electricidad está cara porque no llueve. Ya lloverá.” El
pensamiento ideológico de Mariano Rajoy hecho mantra para que vayamos
recitándolo mil veces al día: “No llueve, ya lloverá”. Repítanlo, repítanlo,
señores, como los budistas, mil veces al día. Según vamos a la pescadería o al
callista o a la peluquería… bueno, el que vaya: “Ya lloverá”. O en caso
contrario: “Llueve demasiado, ya escampará”. Y arrasa en las elecciones el
hombre. Definitivamente, Spain is different.
España ha tenido mala suerte con
los últimos presidentes de gobierno, tal vez con todos, con unos más que con
otros, pero con todos. ¿Saben ustedes cuál es la solución a la corrupción?:
Esperar; esperar a que se pudra el asunto... o a que intervengan los jueces.
¿La solución política al desafío catalanista? Esperar. Esperar a que se pudra
el asunto o a que intervengan los jueces, …o si hay suerte a que intervengan
los catalanes no nacionalistas. Esperar, esperar.
Miles de catalanistas han apoyado
a Artur Mas en su comparecencia ante los jueces (a la Pantoja y a Messi también
los apoyaron muchos ciudadanos que disculpan la delincuencia según de donde
provenga). Durante días todos los telediarios, todas las radios, todos los
periódicos han abierto con el tema, como llevan haciendo milenios. Y los
ciudadanos seguimos esperando. Protestamos de que Trump quitase el castellano
de la web de la Casa Blanca. Pero con el ofensivo tratamiento al castellano en
Cataluña seguimos la doctrina marianista: esperar. Con el desprecio a las leyes
de los nacionalistas catalanes aplicamos la doctrina marianista: esperar. Con
los papeles que nos han robado del archivo de Salamanca, seguimos esperando.
Con decenas y decenas de piezas de arte castellano que están en el museu Marès de
Barcelona seguimos esperando.
Pero hay cosas que no pueden
esperar más, Don Mariano. Hay cosas que no salen nunca en los telediarios y no
pueden esperar más: Nos morimos y esto no puede esperar más. No saldrá jamás en
los telediarios, sino de refilón, pero la España interior se muere. Es decir,
Castilla se muere. Y a nadie le importa. Usted no puede dejar esto para más
tiempo. Sé que a usted las cosas importantes le abruman y prefiere dejarlas.
Pero Castilla, desde el Cantábrico hasta Andalucía se muere, sin habitantes,
sin industria. Sin futuro.
Los últimos quejidos por Castilla
los dio la generación del 98, con andaluces y vascos a la cabeza. Hoy nuestros
pueblos castellanos son un cero a la izquierda que no importan a los
presidentes del gobierno. A los sucesivos presidentes del gobierno. Nuestros
pueblos se vacían, se agotan; campos que hicieron la historia de España están
hoy desocupados, desasistidos. Al final el poeta va a tener razón y hay dos
Españas, la que sale en los telediarios y la que calla; La que se manifiesta
con sus líderes, aún en la injusticia, y la que soporta todo sin una voz, la
que desaparece en silencio, sin telediarios, sin focos, sin micrófonos,
despacito, despacito. Cataluña es lo que importa. España es lo único que
importa. Ya… será la España periférica la que importa. El interior es un
desierto.
España es una rosquilla en cuyo
centro está el vacío, es decir Castilla. Nada salvo Madrid. Viento y polvo.
Tierra generosa, desangrada en nombre de
otros, discreta hasta la presente agonía. Mientras los gobiernos y la
oposición, unos y otros en comandita, ponen sus miras en problemas suscitados
artificialmente, empujados por intereses políticos, el último niño ha dado una
patada al balón en Villarmentero de Campos, se ha cerrado otra casa en
Santullán, y en el Boedo o en la Ojeda alguien más ha comprado otro billete
para Bilbao. O para Frankfurt.
Pero Mariano y sus ayrgamboys de
todos los partidos tienen sus ojos y sus orejas puestos en Barcelona. Esperando.
A que llueva. O a que escampe. O a que nos veamos, como siempre, en el último
entierro. Pero hay cosas que se mueren y no pueden esperar más: Castilla.
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