Debo reconocer que aquel programa
de la televisión vasca en el que un grupo de personajes famosos (cierto que
algunos eran famosos de tres al cuarto, famosillos de andar por casa) hablaban
mal de España me produjo impresiones contradictorias. Por un lado sus
invectivas estaban dictadas por el fanatismo, por el racismo incluso, desde
luego también por el adoctrinamiento ideológico de una sociedad
mayoritariamente enferma, la misma sociedad que callaba, culpable o miedosa,
ante los crímenes de ETA. Todo lo que decían era producto del odio y del
clasismo, dividiendo a la sociedad en dos: Ellos, casposos y macarras, y
nosotros, semidioses hijos de nuestro padre Aitor. Y sin embargo estoy
convencido de que encerraban una gran verdad.
Algo parecido me ha ocurrido con
las declaraciones no menos racistas, clasistas y xenófobas de ese holandés de
apellido impronunciable (Dijsselbloem) que ejerce como presidente del Eurogrupo
en las que se venía a llamar a todos los mediterráneos borrachos, drogatas y
puteros. Empecemos por decir que para drogas y putas no hay otro lugar como las
calles de algunos países nórdicos, donde ambas cosas están institucionalizadas,
y añadamos además que sus declaraciones están empujadas por el avance sostenido
de los partidos racistas y xenófobos que acaban de dar un gran susto a los
partidos tradicionales. Sin los votantes de esos partidos, a los que el tal Dijsselbloem
quiere bailar el agua, no habría habido declaraciones ni polémica.
Y una vez sentado que lo de la
ETB y lo del holandés herrado (sí, con “h”) no son afirmaciones inocentes ni
neutrales ni dictadas por sentimientos de justicia, de equidad o de buena
voluntad, afirmo que en esencia encierran grandes dosis de razón.
Dos de las declaraciones más
sorprendentes de los famosetes xenófobos vascos eran que somos casposos y
“progres”. ¿No es casposo un país que va por la 17ª edición de Gran Hermano?
¿No es casposo un país en el que los periódicos del día, los más serios, traen
noticias de Belén Esteban, Kiko Matamoros, Mila Ximénez y otros animales de la
cultura semejantes? ¿No es casposo hasta el vómito un país en el que cualquier
comedieta de mierda, con actores que apenas saben vocalizar, triunfa con
millones de espectadores? ¿No es casposo un país en el que las autoridades
reducen inversiones en educación y cultura en vez de eliminar otros gastos
superfluos?
Y progres: Nada, absolutamente
nada tengo contra tantos millones de ciudadanos que íntima y profundamente
están convencidos de los aciertos de las políticas progresistas. Nada que
objetar, nada. Pero no me negará el lector que la cultura progre es otra cosa.
Es una cultura que envuelve las actitudes, el modo de vida y el sistema mental
de muchos ciudadanos y que sirve para calificar positivamente gestos, palabras,
acciones, modos y maneras que de otra forma estarían lejos de calar en la
sociedad, de imponerse en determinadas capas de la colectividad. Ir sucio o
desaliñado podría ser síntoma de abandono, de atraso (amén de otras
circunstancias, claro) pero si a eso lo damos un barniz progre se convierte en
una actitud de contestación al sistema del heteropatriarcado machirulo.
Traslademos eso a comportamientos, actitudes y gestos de determinados políticos
progres en pleno Congreso de los diputados. E voilà. ¿No es una estupidez
colectiva hablar reiteradamente de ciudadanos y ciudadanas, jóvenes y jóvenas,
afiliados y afiliadas? ¿No es una estupidez supina negarse a pronunciar el
nombre de “este país”? Pues eso, coño.
Respecto a las declaraciones del
aludido holandés y obviando las calles y plazas de Holanda y de los países
escandinavos, donde he visto las mayores borracheras que recuerdo, habría que
recordar cuántos alemanes, ingleses y holandeses vienen a España no a tomar el
sol sino a emborracharse hasta las cejas… porque en su país no pueden hacerlo.
Somos permisivos, lamentablemente, y lo somos porque es progre, porque mantener
la autoridad es de “carcas”. Y sí, hemos dilapidado millones de euros en trenes
sin viajeros, aeropuertos sin aviones, en rotondas sin carreteras, en tapias
sin cementerios y en políticos sin competencias. O con competencias repetidas
en los diversos niveles de la Admnistración. Y en corrupción, en mucha
corrupción que endeuda nuestro futuro.
Y dicho esto es también mi impresión
que somos el primer país del mundo en mirarnos el ombligo, en creernos que lo
tenemos más sucio que los demás, en ser autocríticos y negativos. Pienso
también que si Alemania o Gran Bretaña fuesen tan críticas consigo mismas se
suicidarían masivamente. El exterminio de las tribus indias (en América, Asia y
África), por un lado, y haber originado dos guerras mundiales con decenas de
millones de muertos, por otro, siempre será peor que las páginas más negras de
la historia de España. Leyenda negra incluida.
PD ¿Nos es un “casposo” país
“progre” aquel en el que un concejal de Madrid se permite llamar “gentuza” a
los católicos que van a misa? Que además ya son una minoría social y como tal
debería ser protegida.
PD ¿No es acaso casposo un país que necesita decir cuatro tacos cada tres palabras para enfatizar aquello que se dice?
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