Palencia es una emoción:

28 octubre 2017

Fascista, tu padre

No, no soy equidistante entre quienes se saltan la ley, hasta las que ellos mismo han elaborado, y quienes la defienden. Estoy anímica y mentalmente con el Estado que tiene que defenderse de los facinerosos y estoy con los vecinos que espontáneamente sacan sus banderas al balcón. La voluntad de unos pocos españoles egoístas, favorecidos económica y legalmente tanto por la dictadura como por la democracia, no puede imponerse sobre la mayoría. Sin embargo…

Sin embargo lo de las banderas en los balcones, lo de usar símbolos comunes que nos identifiquen, envolviéndonos en nuestra bandera, nuestro himno, es algo que por algún motivo hemos guardado hasta ahora, primando este momento delicado sobre otros especialmente graves, que también habrían debido movilizarnos y llenar los balcones con todas las banderas que hemos comprado a los chinos, los grandes vencedores de este momento político. El sentimiento español, la honra de serlo y la estima de pertenencia a esta comunidad son tan válidos y democráticos como los de los franceses, chinos o marroquíes. Fascista será tu padre.

Pero las banderas deberíamos haberlas sacado antes, más veces, con más motivos, con orgullo o con indignación, para felicitarnos o para protestar. ¿O no deberíamos haber salido todos con banderas y pancartas ante las sedes del PP que tanto tiempo se mantuvo ausente mientras algunos de sus miembros nos robaban a manos llenas? ¿Y los andaluces ante la sede del PSOE andaluz y de algunos sindicatos? ¿No deberíamos haber llenado las ventanas de banderas cada vez que aumentaba el paro abusivamente, no deberíamos haber sentido heridas en nuestro orgullo patrio cada vez que un vecino trabajaba horas de más, recibía sueldo de miseria o trabajaba en negro? ¿Eso no es una ofensa a España? Será legal pero debería ser un delito.

¿Por qué reservamos nuestros sentimientos nacionales para casos como el presente pero nos los guardamos cuando ofenden, dañan y perjudican de otra forma a los españoles? Lejos de ser un sentimiento fascista, el amor por la patria es un sentimiento universal y universalmente lógico, desde China a Sudáfrica, desde Bolivia o Venezuela a Noruega, Finlandia o Corea del Norte, del Sur y del medio. Pero ofensas a la dignidad común, al sentimiento español, en nuestro caso, a la honra nacional también surgen cuando los ciudadanos tienen que buscar comida en los contenedores, cuando un cargo electo le dice a un policía “usted no sabe con quién está hablando” o una familia tiene que dormir al raso porque un banco se ha quedado con su casa.

Me siento profundamente castellano y por ello profundamente español, pienso que a esta situación no habríamos llegado jamás si fuésemos más reivindicativos, si hubiésemos actuado cada vez que una asociación catalanista pagada con nuestros impuestos compraba silbatos para ensordecer el himno español en una final de fútbol, si hubiésemos levantado la voz cuando Aznar habló catalán en la intimidad, cuando Zapatero prometió aceptar el nuevo estatuto de Cataluña tal y como saliera del Parlamento. Pero también si hubiésemos llenado las ventanas de banderas (y de protestas las secciones de Cartas al director” de los periódicos) cada vez que el paro aumentaba un punto, cada vez que alguien cobraba 600 euros por su trabajo de todo un mes…


Banderita tu eres roja… banderita tu eres gualda pero no solo en determinadas ocasiones. Yo soy español, español, español pero también cuando un jubilado no puede pagar la luz.

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