No, no soy equidistante entre
quienes se saltan la ley, hasta las que ellos mismo han elaborado, y quienes la
defienden. Estoy anímica y mentalmente con el Estado que tiene que defenderse
de los facinerosos y estoy con los vecinos que espontáneamente sacan sus
banderas al balcón. La voluntad de unos pocos españoles egoístas, favorecidos económica
y legalmente tanto por la dictadura como por la democracia, no puede imponerse
sobre la mayoría. Sin embargo…
Sin embargo lo de las banderas en
los balcones, lo de usar símbolos comunes que nos identifiquen, envolviéndonos
en nuestra bandera, nuestro himno, es algo que por algún motivo hemos guardado
hasta ahora, primando este momento delicado sobre otros especialmente graves,
que también habrían debido movilizarnos y llenar los balcones con todas las
banderas que hemos comprado a los chinos, los grandes vencedores de este
momento político. El sentimiento español, la honra de serlo y la estima de
pertenencia a esta comunidad son tan válidos y democráticos como los de los
franceses, chinos o marroquíes. Fascista será tu padre.
Pero las banderas deberíamos haberlas
sacado antes, más veces, con más motivos, con orgullo o con indignación, para
felicitarnos o para protestar. ¿O no deberíamos haber salido todos con banderas
y pancartas ante las sedes del PP que tanto tiempo se mantuvo ausente mientras algunos
de sus miembros nos robaban a manos llenas? ¿Y los andaluces ante la sede del
PSOE andaluz y de algunos sindicatos? ¿No deberíamos haber llenado las ventanas
de banderas cada vez que aumentaba el paro abusivamente, no deberíamos haber
sentido heridas en nuestro orgullo patrio cada vez que un vecino trabajaba
horas de más, recibía sueldo de miseria o trabajaba en negro? ¿Eso no es una
ofensa a España? Será legal pero debería ser un delito.
¿Por qué reservamos nuestros
sentimientos nacionales para casos como el presente pero nos los guardamos
cuando ofenden, dañan y perjudican de otra forma a los españoles? Lejos de ser
un sentimiento fascista, el amor por la patria es un sentimiento universal y
universalmente lógico, desde China a Sudáfrica, desde Bolivia o Venezuela a
Noruega, Finlandia o Corea del Norte, del Sur y del medio. Pero ofensas a la
dignidad común, al sentimiento español, en nuestro caso, a la honra nacional
también surgen cuando los ciudadanos tienen que buscar comida en los
contenedores, cuando un cargo electo le dice a un policía “usted no sabe con
quién está hablando” o una familia tiene que dormir al raso porque un banco se
ha quedado con su casa.
Me siento profundamente
castellano y por ello profundamente español, pienso que a esta situación no
habríamos llegado jamás si fuésemos más reivindicativos, si hubiésemos actuado
cada vez que una asociación catalanista pagada con nuestros impuestos compraba silbatos
para ensordecer el himno español en una final de fútbol, si hubiésemos levantado
la voz cuando Aznar habló catalán en la intimidad, cuando Zapatero prometió
aceptar el nuevo estatuto de Cataluña tal y como saliera del Parlamento. Pero
también si hubiésemos llenado las ventanas de banderas (y de protestas las
secciones de Cartas al director” de los periódicos) cada vez que el paro aumentaba
un punto, cada vez que alguien cobraba 600 euros por su trabajo de todo un mes…
Banderita tu eres roja… banderita
tu eres gualda pero no solo en determinadas ocasiones. Yo soy español, español,
español pero también cuando un jubilado no puede pagar la luz.
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