Palencia es una emoción:

05 febrero 2018

Indigna España, Castilla vacía.

Yo todavía me acuerdo de cómo se ha ido desindustrializando Palencia en los últimos años. Me acuerdo, por ejemplo, de cómo era la azucarera de Venta de Baños, de cuántos y cuántos hombres y mujeres trabajaban en sus distintas zonas de producción. Me acuerdo de las bellas y poéticas promesas que se hicieron cuando se cerró. Tan bellas y poéticas como falsas. O de cómo su estación en la que paraban reyes se ha ido empequeñeciendo hasta la actual. Una estación con fonda y restaurante, comisaría de Policía, telégrafos, estafeta de correos. O por ejemplo también me acuerdo de la azucarera de Monzón de Campos y las no menos bellas, poéticas y falsas promesas que se hicieron. Y de las minas de carbón del norte también me acuerdo. Sí, y me acordaré de la térmica de Velilla.

Todo parecía estudiado, hecho a propósito para buscar la muerte de un territorio, un plan a medida que terminaría con el vaciado de comercios la calle mayor de Palencia, propósito ya muy avanzado, un maldito plan elaborado cruelmente para facilitar la salida de tres palentinos al día. Y están consiguiendo sus malignas intenciones. ¿Qué haría cualquier empresario con sus empleados que no consiguieran sus objetivos empresariales? ¿No los despediría? Nuestros políticos están fracasando día a día y sin embargo los reelegimos. No, no me refiero a los políticos más cercanos, que también tienen lo suyo. Hace mucho que el problema les superó, hace mucho que las soluciones no dependen de ellos, hace mucho que carecen de poder para revertir la actual situación. De modo y manera que los establecimientos de la calle mayor caen como una fila de fichas de dominó.

Soy muy consciente, por amistad y por mero conocimiento, del esfuerzo que hacen los pequeños empresarios de Palencia para tener abiertos sus comercios con un puñado de empleados, soy consciente de su esfuerzo por mantener el tipo, luchar y salir adelante, pero hay ocasiones en que se tienen que desmoralizar, hundir y ser invadidos por unas inmensas ganas de mandarlo todo a…  a ese sitio que tan certeramente está usted imaginando. La culpa, claro, es de todos. De los que deciden poner sus fábricas en otros sitios, porque esos sitios son españoles privilegiados que tienen conciertos económicos especiales con el Estado, privilegios medievales con los que los demás no podemos luchar; pero también la culpa es nuestra, del ciudadanos anónimo que decide comprar en Valladolid o en Amazon… ese ciudadano es parte de los ejecutores de nuestra propia sentencia, es parte del círculo vicioso de nuestra decadencia.

Hoy, contra mi natural tendencia vital, quiero ser ligeramente optimista. No, no se va a revertir nuestro lamentable infortunio, pero se va a ralentizar nuestra desaparición programada. Cien millones de euros tienen la culpa, cien millones que se van a invertir en Guardo… (No, tampoco se me han olvidado las numerosas industrias que han desaparecido en esa zona en los últimos 30 años) que ayudará a fijar población. Sólo el tiempo dirá si las promesas de 50 empleos directos y trabajo indirecto para 500 agricultores de la zona (oiga, ¿500?) se harán realidad o quedarán como aquellas promesas hechas cuando se desmantelaron las azucareras de Venta de Baños y Monzón…

Y Castrejón de la Peña… la antigua mina de Castrejón de la Peña… Si me permiten retorcer las palabras vamos a ver a los antiguos mineros sirviendo café a los turistas… 50 apartamentos turísticos… Si no vamos a sobrevivir por la industria a lo mejor el turismo… Recuerdo “Farmacia de Guardia”, aquella serie de Antena 3, una serie blanca, limpia, sin las zafias vulgaridades, sin los toscos argumentos de las series actuales. En uno de sus capítulos los padres iban a irse de vacaciones de verano con sus hijos. El padre, verbenero, juerguista y mujeriego, proponía a los chicos irse a la playa; la madre, en cambio, les ofrecía hacer turismo por la provincia de Palencia. “Puajjj, ¡piedras!” respondieron los chavales. Y es que al español medio le atrae más ser una tostada hormiga en el inmenso hormiguero de una playa mediterránea que venir a descubrir los inmensos horizontes de Castrejón, Triollo o Santullán. Bueno, al español medio y al teutón medio o al escocés medio. Somos una sociedad mediatizada, influida y robotizada.

Hoy debo terminar con este aire de atemorizada esperanza, hoy termino con estas buenas noticias para la montaña palentina. Veremos en qué quedan estas promesas y cuántos palentinos siguen saliendo cada día a encontrar trabajo en el País vasco, Cataluña o Madrid.


Que Dios nos pille confesaos. Hasta la semana que viene, señores. 

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