Suelo comenzar un día normal mirando al horizonte desde la ventana de mi
buhardilla. Con un café en una mano y un
periódico en la otra veo desfilar ante mí esta sucesión de nubes, lluvias y
vientos que últimamente nos acosan.
Observo cómo el cielo de Palencia amanece azul claro y se vuelve gris, o
amanece gris y se vuelve más gris, contemplo cómo las mañanas se enturbian día
tras día por este rosario de tormentas a las que últimamente han decidido poner
nombre, quizá para hacernos creer más internacionales, más cosmopolitas, a nosotros,
que somos cosmopalentinos.
El periódico que tengo en la mano es el Diario Palentino, el domingo pasado
celebraba sus 25000 primeros números, 25.000 días en la calle, 25000 días
contando Palencia, trayendo y llevando sus noticias, nuestras noticias, 25000
días haciendo Palencia. ¿Se han parado ustedes a pensar cuántos son 25000 días?
¿Se han parado a pensar cuánto ha cambiado Palencia en ese tiempo, cuántas
noticias caben en 25000 días? Me enorgullezco de haber puesto una gota en ese
océano de actualidad.
La radio tiene la inmediatez; los periódicos, la permanencia. La tele tiene…
la tele tiene muchas cosas que en general no me gustan. Todos tienen la vida
entre sus páginas o sus ondas o sus microchips… La vida, tal y como es; la
vida, nos guste o no, la vida y la muerte. Y con ellas la concienciación
social, la movilización, la información. Una radio como esta, un programa como
este nos trae lo más cercano, lo que nos es más querido o más conocido. La
prensa local es imprescindible en un mundo que nos trae las noticias de la
guerra más lejana al mismo momento que la última nevada en nuestras montañas.
Somos humanos y la guerra de Siria, por ejemplo, con su crueldad, con sus
cristianos perseguidos nos trae relativamente al pairo porque estamos
pendientes de Giselle, que es como alguien con el suficiente poder para ello ha
llamado a la tormenta que tenemos encima estos días. Los cientos de muertos en
la guerra están tapados por la crueldad de una señora que, por lo que parece
mientras estoy escribiendo, decidió asesinar a un niño de diez años. ¿Quién no
tiembla ante el asesinato de un niño de diez años, quién no se conmociona,
quién no se indigna? Lo de Siria… queda lejos física y mentalmente, aunque sean
cristianos, pero eso no sale en los telediarios.
Estoy en la ventana de mi buhardilla con un café y un periódico en la mano
contemplando cómo llueve sobre Palencia y me pregunto si serán las lágrimas de
alguien porque en la Calle Mayor va a cerrar otro establecimiento o porque
nuestro medio rural, nuestra Castilla, desaparece lentamente, agoniza poco a poco,
con la exquisita lentitud con que caen los crepúsculos de verano. En el mismo
ejemplar del Diario Palentino, el que hacía el número 25000 el titular de la
portada es que 9500 vecinos de Castilla y León carecen de tiendas donde
comprar. No hablamos de un supermercado, no, hablamos de una panadería, una
tienda donde comprar ajos o una docena de huevos. La tienda más elemental, la
más cercana, la imprescindible.
La prensa, los diarios locales, esta emisora, programas como este son
también una denuncia. En este caso, un grito desesperado a cinco columnas. En
portada. Pero nosotros estamos preocupados por lo que ocurre en Cataluña. A
veces los gritos desesperados a cinco columnas no sirven para nada si quien
tiene que escuchar mete la cabeza debajo del ala o las manos en el bolsillo y
se pone a silbar. Este programa clama diariamente contra la desertización de
nuestra tierra. Clama... en el desierto, obviamente.
En un cajón de esta buhardilla tengo una interesante colección de
ejemplares curiosos de diversos periódicos, este número 25000 de Diario
Palentino es la última incorporación. En unos años será también testigo de
nuestras alegrías, esperanzas, de nuestra cultura, de nuestro deporte, de
nuestra realidad.
Hala, señores, que hoy tengo prisa. Hasta la semana que viene.
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