¿Por qué hay que creer automáticamente a una mujer?

La permanente decadencia en votos de los partidos de izquierda muestra claramente que la suya no es la solución que los españoles quieren para su vida. Una izquierda que se alía con los nacionalistas, o que preconiza soluciones judiciales que discriminan a los hombres, no es la izquierda que pueda resistir más tiempo en el poder.

Los cambios sociales tardan años, son lentos, requieren décadas de esfuerzo de voluntades. Y el viento ha empezado a cambiar para una izquierda que no aporta soluciones, que ya no sabe qué debe hacer para proteger al obrero, quizá porque ya no quedan obreros como los de antes, que creían en las clases sociales. Debo reconocer que, si esto último es verdad, se debe a la buena labor de unos partidos de izquierdas que han luchado por los más desfavorecidos. Pero ya no quedan famélicas legiones a las que poner en pie al ritmo de “La Internacional”. Por eso buscan nuevos “caladeros” sociales. El femminazismo, por ejemplo.

Nos hemos dejado llevar a la injusticia por esa misma izquierda. Esa izquierda que defiende un nivel de vida para los obreros ( y “burgueses” si es que a estas alturas quedan) de Cataluña y otro nivel de vida para andaluces, extremeños o castellanos. Si esperamos Justicia no ha de venir de los actuales partidos de izquierdas, superados por los tiempos.

Otra izquierda hace falta, otra izquierda que vea que favorecer legalmente a las mujeres ante los hombres es una injusticia, una izquierda que no piense que cuando una mujer denuncie haya que creerla sin más, que haya que considerar al hombre como automáticamente culpable.

De la derecha torpe y acomplejada que ha copiado los argumentos pueriles de la izquierda antigua, casposa y desfasada, de esa derecha que cambia de argumento cuando le interesa, ya no conviene esperar mucho: también está a punto de ser superada por una nueva derecha. Puesta entre nosotros por las limitaciones y la incapacidad de todos los anteriores. Quiero vivir para ver la desaparición de las políticas que nos han traído hasta aquí.