Anda España enterrando y desenterrando a sus muertos. Los de la guerra civil. Todavía. Andan la dos España arrojándose a la cara los muertos. Los de las cunetas. Los del paredón. En esas estamos en el siglo XXI. España.
En el antiguo cementerio de Palencia, allá donde yacían muertos republicanos en una tumba común, han homenajeado a una madre fusilada por los “nacionales” que conservaba aún el chupete de su hijo. Fusilada por “chivata” en la peor y más guerracivilista acepción posible. Y se han traído al hijo del chupete. Y han montado un acto de homenaje y, supongo, compensación, a los fusilados en las cunetas. A los fusilados republicanos. Han excitado las bajas pasiones de unos y de otros. Alimentando enfrentamientos, diferencias. Rencores. Ochenta años después. No dejan a los muertos en paz. Toda la prensa, incluso el presidente del gobierno y sus tuits, se hacen cargo de la noticia. Bombo y platillos. Clarines y timbales.
En Madrid, creo, estas noticias las sigo exclusivamente por los titulares, la Iglesia ha beatificado a sus mártires, en un acto privado. Mártires de las cunetas republicanas. De los paredones republicanos. Pero para no alimentar enfrentamientos, diferencias o rencores la televisión de todos los españoles dice que fueron monjas “desaparecidas”. No, nada de fusilamientos, nada de violencia, nada de rencores. “Desaparecidas”, llevadas por un maremoto madrileño, desaparecidas en una noche de niebla, supongo.
Los españoles andamos todavía dilucidando si monarquía o república. Modernidad. Andamos midiendo si queremos ser tan modernos como los republicanos franceses o alemanes o como los monárquicos holandeses, suecos o noruegos. Y mientras tanto, los muertos en la cara. Casi un siglo después. Ni en Italia, primero fascista y luego aliada. Ni en Francia, la de Vichy o la de De Gaulle. Ni en la Alemania rescatada de Hitler por los aliados. En España sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario