Leo antes de irme a la cama que
Ruiz Gallardón ha abortado su carrera política. El señor Gallardón es un
político que hasta ahora pasaba por ser de lo más giliprogre del PP, tanto que
para exteriorizar sus discrepancias se le había llamado "el verso suelto
del PP". Como todo el mundo tiene derecho a rectificar y cambiar el rumbo
de su vida resulta que Ruiz Gallardón pretendía acabar con esa infame ley del
aborto heredada del tonto de León, esa ley que dejaba abortar libremente y sin
necesidad de contar con sus padres a niñas que necesitaban permiso para ir de
excursión, niñas a las que sus padres sí podían llamar la atención si llegaban
tarde a casa. Según la infame ley zapateril sin embargo no podían hacerlo si
abortaban. País.
Pero al PP no le salían las
cuentas electorales, siempre he escrito que España es un país de izquierdas, y
dadas las actuales circunstancias políticas, con la caída en votos de PP y
PSOE, Rajoy se ha echado a temblar y ha visto abiertas las puertas del infierno
electoral. Pues no, pues hala, que sigan abortando las crías que juegan a ser
mujeres sin sentido de la responsabilidad...
Y con ello el PP ha desatendido
una de sus promesas electorales, otra más. Esa es la cruz del PP, que pretende
recoger en sus urnas los votos de toda España, la cruz del PP se apellida
Arriola y pretende gustar a todos los españoles, piensen lo que piensen. Puede
que cuando el PP se deshaga de Arriola se deshaga también de sus complejos y
sepa servir a los españoles, al menos a "sus" españoles. Porque ser
amigo de todos es imposible, incluso en la vida real a la que tan ajenos son
los políticos tienes que escoger entre contentar a un cuñado o a otro, no se
puede servir a Dios y al diablo porque entonces no eres chicha ni limoná.
Esa es desde hace tiempo la cruz
del PP, su indefinición, su deseo de abarcar mucho, su tonta
"arriolez" para contentar a todos, ese centrocuentismo que ha
convertido España con la inestimable cooperación del PSOE y de las televisiones
en el país de mayor número de borregos por metro cuadrado. Al PP pueden no
írsele los votantes de centro izquierda, pero está dejando un hueco por la
derecha que alguien se encargará, ya se está encargando, de cubrir. Quizá
cuando entre en el Parlamento un partido de derechas empecemos a equipararnos a
Francia, por ejemplo. Y no, no estoy hablando de los ultraderechistas
lepenianos, ésos que para horror de la democracia pueden arrasar en mlas
próximas elecciones.
Me voy a la cama, creo que soñaré
con las hijas de Zapatero vestidas de princesas góticas. O con un partido de
derechas al que no le asuste ser de derechas, reconocerlo y que se lo digan por
la calle. Veremos si es un sueño dulce o una pesadilla. Pesadilla en Génova
street.
Este artrículo se publica en mi blog con un día de retraso respecto a otros medios... El error es solo mío. Igualmente con un día de retraso se publicará el artículo de mañana viernes. Pido disculpas a los lectores
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