Palencia es una emoción:

25 octubre 2014

España, héroes y patria

El parlamento canadiense se ha puesto en pie y ha ovacionado al sargento Kevin Vickers un día después de que éste “apiolase” a un terrorista que entró a tiro limpio en dicho parlamento. Esto de rendir honores, de reconocer méritos y de ensalzar los valores propios nos ha resultado siempre muy difícil a los españoles. No sé si será solo por la tradicional envidia hispana o se sumará a ella el extraño concepto de nacionalismo que tienen nuestros políticos.

Los hay que confunden el nacionalismo sano, ese que existe en todas partes, Congo, Ruanda, Japón o las islas Feroe, con envolverse en la bandera, ir por las calles gritando “Vivaspaña” y matando a los rojos, es decir, a todo aquel que piense de manera propia y personal. En cambio los hay también que durante décadas han preferido decir “el Estado español”” porque les producía diarrea pronunciar la palabra “España”. Hasta celebrar la fiesta nacional o izar la bandera (nacional, por supuesto) les ocasiona daño cerebral…

Siempre nos ha costado referirnos al dos de mayo con orgullo. O a la conquista de América, por mucho de criticable que tenga, como toda conquista, como todo acto histórico de aquellos tiempos. Pero igualmente criticable es la conquista del salvaje oeste y el expolio de apaches, cheroquis u otras tribus y a ningún yanqui se le caen los anillos.

Tenemos héroes y tenemos méritos, tanto como los franceses, chinos o luxemburgueses (y deméritos, cierto) pero reconocerlos nos cuesta un potosí, nos creemos franquistas, fascistas o cavernícolas por reconocerlo. Tenemos héroes tanto en tiempo pasado como en la actualidad más rabiosa, como por ejemplo los españoles que están en el Tercer Mundo luchando contra la ignorancia y contra enfermedades contagiosas que pueden asolar la tierra. Ah, y héroes son también médicos y enfermeros que han cuidado bajo enormes riesgos a los tres españoles que han padecido Ébola, por mucho que lo hayan hecho a cambio de un estipendio.

Son héroes, pero sin embargo un estulto político acusó a Teresa Romero de mentirosa. Cualquier cosa harán derecha e izquierda políticas y sociológicas para disimular y con las manos en los bolsillos aparentar que nada pasa, que todo vale, que todo es natural y, permítanme una excursión ideológica, que lo mismo vale un concursante granhermanista que un científico entregado por vida y a cambio de un mísero sueldo a encontrar soluciones para el cáncer.

Somos profundamente ingratos, nunca las Cortes celebrarán un homenaje a un español valioso o valiente. Nos producirá envidia o complejos de nacionalismo. De nacionalismo español, quiero decir, vade retro, los otros nacionalismos siempre son aceptables. No me gusta España, me duele España, Europeizar España, hispanizar Europa, he ahí el reto.

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