El problema es que no conocemos
alternativa al capitalismo. O si ustedes quieren, eso que conocemos como
alternativa al capitalismo es peor. Virgencita que me quede como estoy.
Maldita sea la humanidad que es
capaz de colocar un coche en Marte, que se mueve sin parar y nos envía fotos
pero no es capaz de acabar con la pobreza. Ni con los corruptos. Bueno, tal vez
corrupción y pobreza sean dos caras de la misma poliédrica moneda.
Queremos una sanidad y una
educación públicas y de calidad, pero sin pagar impuestos, sin que tengamos que
hacer la declaración de la renta. Y sin pagar IVA, naturalmente. Queremos que
la democracia funcione pero no vamos a votar, porque para qué… Queremos que
nuestros políticos tomen nuestras decisiones, pero que no nos impliquen para
conocer qué pensamos.
Y luego vamos a la barra del bar (o
al blog, que es la versión moderna) a quejarnos de lo mal que está todo… y nos
planteamos entre votar a los que nos han llevado hasta esta situación
insostenible o su alternativa, esa alternativa callejera y populista que veta
de sus asambleas a los periódicos de derechas, algo coherente pues su líder piensa
que la prensa debe estar en manos del Estado, porque a quién va a defender sino
a sus multimillonarios propietarios…
Porque el problema no está en el
exceso de críticas sino buscar una solución a todas ellas. Salir de este
condenado sistema sin entrar en otro peor. A veces uno no puede huir de los
enemigos sin que la huida conduzca frontalmente a un precipicio. Quizá sea un
grave problema en que España sea como es, pero si la salida es “bolivarizarnos”
y convertirnos en países de tanto progreso como Venezuela o Bolivia… Virgencita,
que me quede como estoy. Aunque nos pongan a todos cuatrocientos euros de
sueldo sin trabajar, por el mero hecho de ser españoles.
El problema es que no conocemos
alternativa mejor al capitalismo… por muchos cochecitos que tengamos dando
vueltas por Marte.
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