Palencia es una emoción:

22 septiembre 2006

EL PELIGRO DE TANTO JUYBILADO SOCIALISTA

Ya sólo queda Rubalcaba. De la vieja guardia socialfelipista ya sólo queda Rubalcaba. Cómo se las habrá arreglado el hombre para sobrevivir y medrar a pesar de tanta purga zapateril es un misterio. El caso es que el PSOE se está llenando de jubilados y eso es malo, los jubilados son malos para el Gobierno. Yo aviso y si Pepe Blanco y compañía no lo quieren ver allá ellos, pero el asunto se les puede complicar por los jubilados del PSOE.
Maragall es el mejor exponente de cómo van de ánimos estos jubilados de oro del PSOE. Su cabreo es de los que hacen época, de cómo las gasta ya ha avisado su mujer que se ha borrado de las listas de afiliados del Psc. “Ahí os quedais” puede haber dicho. ¿Y qué va a hacer Maragall de tanto tiempo libre que le va a quedar? ¡Qué peligro! Lo mismo que los ancianos de mi pueblo. Y si no, al tiempo.
Otro tanto puede empezar a pensarse de José Bono, de Rodríguez Ibarra y de Paco Vázquez. La corriente más españolista del PSOE, defenestrada o ascendida a cargos en los que no pintan nada. Que no estorben, parece haber sido la consigna. Más jubilados dorados.
Lo bueno de los jubilados es que tienen demasiado tiempo libre. Pueden levantarse temprano o no. Pueden desayunar en casa o no. Pueden dormir la siesta o no. Pueden juntarse en la plaza del pueblo o no. Tienen mucho tiempo libre para pensar, examinar y opinar. Y eso es lo malo, que tienen demasiado tiempo libre. ¿Se imaginan tenerlos las 24 horas en casa?: “Y esta mancha por qué no se quita? No comprarías más barato en la tienda de la esquina en vez de irte al súper?”
Imagínense a todos estos brillantes socialistas ociosos, paseando por la calle Mayor de España, caminando despreocupadamente con las manos a la espalda, deteniéndose a observar si aquella hoja de árbol se decide a caer o no. Y según van paseando y hablando de cuando hicieron la mili, o de cuando eran importantes, qué más da, vigilan. Vigilan las nuevas construcciones de la avenida principal, controlan las obras de acerado, no se pierden aquella zanja que unos obreros llevan tres días abriendo un poco más allá. Vigilan y controlan, vigilan y controlan. Y hablan y comentan, incluso hacen una puesta en común en cada barra de bar donde paran a tomar el “chato” (Éstos lo tomarán de Vega-Sicilia, seguro) y critican los desaciertos del señor alcalde. O en este caso del presidente de Gobierno.
Los jubilados pueden ser un problema para Rodríguez Zapatero a poco que se descuide. Alguno de ellos ya ha dejado huella de la potencia y calidad de su capacidad verbal. Imagínenselos criticando al alcalde porque aquel semáforo lleva una semana sin funcionar o preguntando en voz alta que por qué tienen que abrir otra vez la calle si ya la abrieron la primavera pasada. O que por qué se negocia con ETA, se cede a los nacionalistas o no se llega a un acuerdo sobre la emigración con el PP. Lo malo de los jubilados es que tienen demasiado tiempo libre y la manía de gastarlo vigilando, controlando y criticando las modificaciones que se llevan a cabo en la sociedad. Es de temer el día que les dé por hablar y opinar. Encima ya ni pueden echarlos. Ya los han echado.

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