Palencia es una emoción:

26 diciembre 2006

SÍ, HABÍA QUE HABLAR CON ETA

Sí, estoy convencido de que la idea de Zapatero de hablar con ETA es buena, hasta el momento escogido fue bueno. Débil cansada y a punto de la derrota, ETA estaba en las condiciones adecuadas para sentarse a negociar, para que la sentaran a negociar. Claro que hay que hablar con los repugnantes asesinos de ETA, aunque sólo sea porque no son el GRAPO, porque detrás de ellos hay 200.000 ciudadanos que colaboran con la banda en cada elección. ETA por sí sola no es un problema, como no lo es el GRAPO, al menos de la misma magnitud, el problema está en los casi doscientos mil votos que los apoyan. La prueba de que con ETA hay que hablar, digo hablar, es que los tres últimos presidentes del Gobierno lo han hecho uno tras otro.
Pero con ETA no se puede estar hablando todo el tiempo que los terroristas quieran, no se puede hablar indefinidamente. Esta situación tiene un costo para la Democracia y un desgaste para los gobiernos. Sí, ya sé que las negociaciones han de ser necesariamente prolongadas por su propia naturaleza secreta y delicada, pero no pueden durar todo el tiempo que los asesinos necesiten para descansar, reagruparse o rearmarse. Ni se pueden mantener negociaciones, contactos, conversaciones o llámenlo como quieran mientras envían cartas de extorsión, roban cientos de armas, mientras vigilan polvorines y almacenan explosivos, mientras revientan cajeros e incendian autobuses, mientras llenan de zulos los montes. Mientras siguen con su actividad habitual, su actividad terrorista.
No puede haber conversiones de paz mientras se roban armas y se construyen zulos y se atacan autobuses y cajeros y oficinas de correos. Las paces siempre se han negociado en situaciones de absoluta tregua. El Gobierno debe hacer saber a los terroristas y a sus enviados que en estas condiciones no hay proceso de paz (por cierto... ¿paz de qué guerra? ¡Qué insensatez!), porque estas condiciones no son las que aprobó el Parlamento. Y no debe tardar más, las conversiones deben empezar a dar algún fruto que llevarnos a los titulares o se debe acabar con ellas. No se puede prolongar indefinidamente la actual situación de violencia de la que ETA saca partido para presionar al Gobierno, para acosar a la Democracia, ése no puede ser el camino a la paz. El Gobierno debe mantenerse fuerte y no debe ceder en algo que es esencial, el respeto a la ley y a las condiciones aprobadas por las Cortes.El Gobierno apostó fuerte para solucionar el principal problema de España, como era su obligación, la obligación de todos los gobiernos. La idea era buena y Zapatero no quiso esconderse, ofreciéndose de frente para acabar con el terrorismo, exactamente igual que sus antecesores. Si concluye con éxito su tarea y alcanza una solución justa, legal y adecuada, los españoles se lo premiarán prolongando su estancia en el Palacio de la Moncloa. Pero las cosas no apuntan a un buen camino, y si todo esto termina en nuevas bombas, nuevos secuestros y asesinatos, si todo vuelve por donde solía, habremos perdido el tiempo, puede que la dignidad, y los ciudadanos, que exigen cuentas cada cuatro años, estarán en el derecho y la obligación de pedirle a Zapatero que abandone la residencia oficial. Ésa es la fuerza actual de ETA.
En las actuales condiciones el Gobierno debe enviar una señal clara, perfectamente legible, visible y audible de que no hay nada de qué hablar, nada de qué negociar. Lo contrario es ceder. Porque todo indica que ETA se está rearmando, se está preparando para volver a las andadas, a sus andadas.
¿O sólo está enviando al gobierno una señal perfectamente legible, visible y audible?

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