Palencia es una emoción:

30 abril 2007

Las “viejas recetas” de Otegui

Vivo en una dualidad política a veces insoportable. Quizá algunos de los muchos lectores habituales ya lo han descubierto. Permítanme avanzar que hace bastante más de veinte años que no voto a ninguno de los grandes partidos. Ambos me parecen demasiado egoístas, egocéntricos y egotistas como para entregarles ese cheque en blanco que es mi voto, no me fío. Y sectarios, también sectarios. Ningún partido es dueño de la verdad absoluta, de todos los aciertos, de todas las bondades. Pero resulta que eso es lo que ellos, pobres ingenuos, creen. Por eso los rechazo, porque ese no es mi estilo ni lo soporto en nadie de mi entorno, nadie es mejor que nadie, nadie tiene más aciertos que los demás.

De entrada me siento siempre tentado de estar contra el gobierno, contra el que sea, contra todo gobierno. Conozco la importancia de la oposición, del control que necesariamente ha de tener todo gobierno que disponga alegremente de cuatro años por delante para hacer su sacrosanta voluntad. Y me da miedo, qué le vamos a hacer, apoyar sin más a quien acumula tanto poder.

Sin embargo también siento dentro la necesidad de aceptar democráticamente como mi gobierno al que haya salido elegido por la mayoría de ciudadanos. Considero que el Gobierno de España, sea el que sea, es mi gobierno. Aunque no me guste. Que no me suele gustar.
Por eso ando dándole vueltas a la actual política, tan arriesgada o tan valiente, no sé, de Zapatero. Entendí que se trasladara a De Juana a un hospital, para evitar una muerte y porque ese traslado entraba dentro de las capacidades legales del Gobierno que corría, y nos hacía correr, un gran riesgo. Ya no me gustó lo que sucedió con Otegui, cuando la justicia fue manipulada para evitar su entrada en la cárcel. Dicen que uno de los pilares del Estado democrático es la independencia del Poder Judicial y en ese caso fallaba con absoluta evidencia.

Todos sabíamos que aunque Zapatero y sus ministros decían que no había ninguna negociación con ETA en realidad sí la había, lo que era lógico pues encajaba en la aspiración del Gobierno de acabar con el terrorismo por esa vía. Y muy probablemente la siga habiendo a pesar del atentado de Barajas, lo que ya no es tan lógico.

Ahora viene el tiempo de las listas que apoyan a los asesinos. Hace semanas que dije en Canal 4 de Televisión, no fui el primer ni el único profeta, conste, que íbamos a ver esas listas compitiendo por los ayuntamientos y las juntas forales. Y en ello estamos también.
El Gobierno se ha empeñado con los ojos cerrados y los puños prietos (como cuando alguien se tira a una piscina con agua fría, como cuando uno va a casarse con miedo) en un invento peligrosísimo para acabar con ETA. Hasta el momento presente no ha dado ningún fruto, salvo el amargo, tan amargo, de la Terminal T4. Si ahora alguno de los 30 activistas que ETA tiene listos actuara, tan sólo un simple “petardazo” abandonado en una papelera lejana, el Gobierno estaría atrapado en una laberíntica telaraña sin salida. Se juega mucho el gobierno, nos lo jugamos, tan pasivamente, todos.

Me da miedo los límites que Zapatero y sus ministros estén dispuestos a traspasar, me da miedo cuánto están dispuestos a aguantar, a sufrir y a entregar a cambio de que no haya atentados antes de las elecciones. ¿Todo vale a cambio del poder?

Y en ese contexto... ¿Nadie va a darle un currito a Otegui cuando habla de “volver a las viejas recetas”? ¿Se refería a las recetas de Argiñano, a las de la abuela o a las de ETA? Nadie va a decir nada contundente al respecto? Vuelvo a plantear una vieja pregunta: Si ETA no moviera ni uno solo de sus argumentos, independencia, lucha armada, racismo (llamémoslo “RH-negativismo”)... etc. salvo el de socialismo..., si ETA fuese un movimiento radical de derechas, en vez de serlo de izquierdas.... ¿se tendría tanta consideración con ellos, tanta paciencia, habría tanta negociación, tanta comprensión, tanta tolerancia, tanto aguante?

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