Hace tan poco tiempo la encuesta del CIS, nada menos, nos recordaba que los políticos son nuestro quinto problema. Terrorismo, paro, los precios, la educación, échenle lo que ustedes quieran, qué más da, y....¡Los políticos!
Y encima van y nos regañan porque en Francia se vota más que en España. ¿Es posible que alguien quiera asimilarnos a Francia? ¿Será posible que algún francés quiera que nos asimilemos? ¿Estarán preparados los franceses por si nos asimilan?
Empiezo a convencerme de que España es un error de la naturaleza, una confusión de la Creación, una casualidad química que nunca reflejará su imagen en un espejo, una realidad abstracta que no produce sombra en el suelo. No tenemos parangón, no tenemos “países de nuestro entorno” a los que parecernos, con los que integrarnos. Perdón, perdón, permítanme que introduzca una matización: no me refiero a España, en realidad estoy hablando de nuestros políticos: Son un problema. Nuestro problema.
¿Con qué cara voy a votar yo, o mi vecino, o mi compañero de trabajo, o el criado del conde de ahí abajo o la señora de los lavabos? Oiga que en los últimos días me he encontrado con un político, ciertamente dimisionario y venido a menos, que pedía que le dejaran en paz si conducía y bebía... ¿Pero qué sentido de la responsabilidad tiene semejante personaje? ¿Sabe de lo que está hablando? Sabe a qué sociedad se está dirigiendo? ¿Y este señor ha sido un político serio, reflexivo y responsable? ¿Responsable? ¿De qué?
Pero es que otros dos ¿políticos? de nuestra inmarcesible izquierda nacional, anda que como para estar orgulloso de ellos, como para confiarles que cambien nuestra sociedad, se han descolgado con sendas declaraciones que demuestran a las claras, muy a las claras, qué diantre entienden ellos por Democracia.
Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, estúpidamente enfrentada con Esperanza Aguirre por la inauguración de la línea y estación del metro que lleva a la T4, acaba de vomitar: “El único sitio donde podría haber estado Aguirre es tumbada en la vía o colgada de la catenaria”. Magnífico ejemplo de educación, respeto y en definitiva de democracia, eso pasa porque cada vez que entramos en el metro los ciudadanos andamos pensando quién fue el héroe nacional, el glorioso prócer de la patria, que inauguró cada estación, cada línea. Cabe suponer que incluirán estas manifestaciones para ser estudiadas en “Educación para la Ciudadanía” ¿O sería mejor educar a doña Magdalena para la ciudadanía?
Pero permítanme que pase a ERC, partido estrambótico desde su peripatético líder hasta el último de sus estrafalarios cargos públicos. ¿Estrambóticos, peripatéticos, estrafalarios? Joan Tardá, su exótico diputado ha cerrado su intervención contraria a pedir la libertad de los presos cubanos con un “Larga vida a Castro”. Y aquí me entran serias dudas de si hay que mandar a Castro o a Tardá a estudiar Educación para la... Democracia. Dicho de otra forma que vivan los dictadores, que vivan las dictaduras... si son de izquierdas, claro.
Y como se me está haciendo tarde y se acerca la hora en que mi vecina de enfrente se cambia de ropa enfrente de la ventana, abrevio para simplemente recordar muy de pasada que Agustí Cerdá, otro diputado de ERC, al hablar de la ilegalización de ANV manifestó que este hecho “está dando legitimidad a cualquier tipo de acción fuera del Estado de Derecho”.
O sea, que lo mismo que existe la televisión basura existen los políticos basura. Vaya luego usted a votar, hombre, y no se desanime.
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