Yo nunca he militado en ningún partido político y eso que lo he pensado muchas veces e incluso en ocasiones he estado cerca. De algún sindicato me he ido cinco minutos antes de que me echaran. De aquella ingenua asociación juvenil a la que pertenecí en tiempos remotos también me echaron. Lo siento, soy incapaz de aguantar disciplinas de ningún tipo. Ah, a la mili no fui, tuve la suerte de librarme.
Ha sido una constante en mi vida, no puedo con la disciplina, especialmente con la ideológica, por ello me echaron de mi primer puesto de trabajo, bastante antes de cumplir la treintena. La disciplina ideológica me parece lo más absolutamente contrario a la libertad. Y por ahí no paso. Alguna vez me he propuesto, creo que en dos ocasiones en los últimos veinte años, militar en algún partido, pero cuando iba a tomar la decisión final siempre me planteaba que había cosas que no me gustaban, que todo el mundo parecía aceptar sin mayor importancia pero que yo no estaba dispuesto a “tragar”. Y me desinflaba y reculaba. Había que aceptar reglas internas que no me gustaban. Siempre he creído que si estaba en algún sitio era con compromiso pleno, no podía pertenecer a una asociación, club o institución sin aceptar sus normas.
Y aquí entran los curas rebeldes de la parroquia roja de Madrid. Yo entiendo, acepto y alabo su fuerte compromiso con los pobres, su entrega generosa y vívidamente cristiana a los más débiles de nuestra sociedad. Que renuncien a todo lo que han renunciado, vida cómoda, segura, confortable, a una familia, por vivir entregados a los demás es algo muy difícil de llevar a cabo y por lo tanto de gran mérito. Pero sospecho que no los han expedientado, permítanme utilizar este lenguaje administrativo, por esa entrega a los demás, no, no es ése el motivo de sus actuales problemas y de su situación de enfrentamiento con la autoridad.
El club al que pertenecen tiene unas normas, unas reglas, unas leyes que ellos ya conocían antes de “asociarse”. Y a las que se someten por el mero hecho de pertenecer a ese club privado. Podían haber escogido la puerta de salida en cualquier momento de los últimos años, dado que el “club” no parecía gustarles, incluso cualquiera diría que unos y otros estaban empeñados en llevarse la contraria, ¿por qué entonces ese empeño en pertenecer a una asociación cuyas normas esenciales no comparten? Yo me hubiera ido hace tiempo, como dice el Evangelio, sacudiendo el polvo de mis sandalias. Ya me he largado de muchos otros sitios, seguro que ellos también. Y en otros ni se me ocurriría entrar. A ellos tampoco.
Y José Bono. A Don José se le quiere y respeta especialmente en este blog, como los lectores habituales conocen. Pero su presencia este fin de semana en la misa que se ha celebrado junto a esta parroquia estaba de más. Sobraba don José. Su foto está de más, sobra. A no ser que quisiera darle un valor distinto a lo que un acto íntimo como asistir a misa o comulgar, tiene. Porque cabe preguntarle al señor Bono, católico convencido, por qué no le sacan en una foto todos los domingos en misa o comulgando. ¿O realmente buscaba en esa foto un valor diferente a la común unión con todos los católicos del mundo? Porque para eso ya estaba Zerolo, ateo militante por la gracia de Dios, que acudió a esa misa (¿Qué valor tendrá la misa para él, o dependerá de quién la diga, cómo y dónde la diga?) con el único objeto de ser la mosca cojonera que suele ser, meter un dedo en el ojo ajeno y hacer política. ¿Bono también?
Ha sido una constante en mi vida, no puedo con la disciplina, especialmente con la ideológica, por ello me echaron de mi primer puesto de trabajo, bastante antes de cumplir la treintena. La disciplina ideológica me parece lo más absolutamente contrario a la libertad. Y por ahí no paso. Alguna vez me he propuesto, creo que en dos ocasiones en los últimos veinte años, militar en algún partido, pero cuando iba a tomar la decisión final siempre me planteaba que había cosas que no me gustaban, que todo el mundo parecía aceptar sin mayor importancia pero que yo no estaba dispuesto a “tragar”. Y me desinflaba y reculaba. Había que aceptar reglas internas que no me gustaban. Siempre he creído que si estaba en algún sitio era con compromiso pleno, no podía pertenecer a una asociación, club o institución sin aceptar sus normas.
Y aquí entran los curas rebeldes de la parroquia roja de Madrid. Yo entiendo, acepto y alabo su fuerte compromiso con los pobres, su entrega generosa y vívidamente cristiana a los más débiles de nuestra sociedad. Que renuncien a todo lo que han renunciado, vida cómoda, segura, confortable, a una familia, por vivir entregados a los demás es algo muy difícil de llevar a cabo y por lo tanto de gran mérito. Pero sospecho que no los han expedientado, permítanme utilizar este lenguaje administrativo, por esa entrega a los demás, no, no es ése el motivo de sus actuales problemas y de su situación de enfrentamiento con la autoridad.
El club al que pertenecen tiene unas normas, unas reglas, unas leyes que ellos ya conocían antes de “asociarse”. Y a las que se someten por el mero hecho de pertenecer a ese club privado. Podían haber escogido la puerta de salida en cualquier momento de los últimos años, dado que el “club” no parecía gustarles, incluso cualquiera diría que unos y otros estaban empeñados en llevarse la contraria, ¿por qué entonces ese empeño en pertenecer a una asociación cuyas normas esenciales no comparten? Yo me hubiera ido hace tiempo, como dice el Evangelio, sacudiendo el polvo de mis sandalias. Ya me he largado de muchos otros sitios, seguro que ellos también. Y en otros ni se me ocurriría entrar. A ellos tampoco.
Y José Bono. A Don José se le quiere y respeta especialmente en este blog, como los lectores habituales conocen. Pero su presencia este fin de semana en la misa que se ha celebrado junto a esta parroquia estaba de más. Sobraba don José. Su foto está de más, sobra. A no ser que quisiera darle un valor distinto a lo que un acto íntimo como asistir a misa o comulgar, tiene. Porque cabe preguntarle al señor Bono, católico convencido, por qué no le sacan en una foto todos los domingos en misa o comulgando. ¿O realmente buscaba en esa foto un valor diferente a la común unión con todos los católicos del mundo? Porque para eso ya estaba Zerolo, ateo militante por la gracia de Dios, que acudió a esa misa (¿Qué valor tendrá la misa para él, o dependerá de quién la diga, cómo y dónde la diga?) con el único objeto de ser la mosca cojonera que suele ser, meter un dedo en el ojo ajeno y hacer política. ¿Bono también?
Ahora que lo pienso.... ¡ si sólo faltaba Pocholo!
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