Dicen que ahora que ya ha hecho el ridículo en Eurovisión quieren “matarle”. Y creo que España cometería un error histórico si se pone a ello. Empecemos por decir que si Chikilicuatre ha hecho el ridículo, que sí lo ha hecho, no ha sido por una clasificación que mejora las últimas habidas, sino porque tratándose de un concurso de canciones… eso no era una canción ni “eso” era un cantante. Si en cambio se trataba de hacer gracia… mucho mejor habría estado Chikito de la Calzada, que es más profesional y más experto en hacer el gilipollas.
En cuanto a la clasificación… cierto que podía haber sido peor, mucho peor, y que Televisión Española (es a ella a quien representaba, conste) ha quedado peor otros años pasados. Lo cual sólo nos demuestra la decadencia de Eurovisión, si vamos a lo concreto, o la de Europa, si vamos a lo general. En cualquier caso es pa asustarse como se entere Ben Laden.
Pues eso, que ahora que ya se han llenado los bolsillos no saben si deshacerse o no de este esperpento que ni Valle Inclán hubiera nunca osado imaginar. Y yo quiero que se mantenga vivo, me comprometo yo y comprometo esta columna en defensa de Chikilicuatre. Es más creo que hay que levantarle un monumento y fijar una fecha de conmemoración. ¿No tiene el demonio un monumento en Madrid? ¿No conmemoramos mil días diferentes a lo largo del año, a cual más raro? Pues otro para Chikilicuatre: “Monumento a la estulticia nacional” y “Día del orgullo casposo”.
Hay que mantener vivo y presente a Chikilicuatre, que en todas las aulas, en las salas de espera, en las estaciones y aeropuertos cuelguen grandes y gloriosas fotos de él. Y de su multimillonario inventor. Y del Director General de Televisión Española, que es quien lo mandó a Belgrado. Debemos tener presente en nuestra vida los errores cometidos, debemos aprender de nuestra experiencia, no podemos olvidar. Saber lo que no debemos hacer es imprescindible para mejorar.
Y ése será, efectivamente, el camino para mejorar España. Ahora mismo España es chikilicuátrica, esperpéntica, absurda, cutre, ramplona, inculta, fuera de lugar, inasumible por cuantos en ella la quieren más noble, elevada, culta. España queda reflejada en cualquier serie de televisión de éxito. Mejor: España es una serie de televisión en la que todos los actores se insultan como en Escenas de matrimonio, denigran a los maestros, se drogan o se dedican a ver con quien pueden acostarse cada diez minutos como en… tantas otras. España está ahora mismo dirigida (y no me refiero al Gobierno, o al menos no sólo al gobierno; no hablo de política, o al menos no sólo de política) por lo más bajo y ramplón y chikilicuátrico que tenemos. Nuestros objetivos sociales son alicortos, depauperados y siempre mezquinos y groseros, con especial dedicación al hedonismo, sea por vía del dinero, del sexo o de ambos a la vez.
Chikilicuatre representa perfectamente esa España bufona, botellonera, indigna, bullanguera, egoísta, burda y atrasada, aquella vieja España franquista retratada en blanco y negro por Berlanga en “Bienvenido, Mr Marshall” o “El verdugo”, sólo que ahora en el siglo XXI es en color, la dirige Santiago Segura y no tiene la misma ternura ni poesía pero salen tías de coge pan y moja.
La protagoniza Javier Bardem y luego la dan en un canal de pago amigo del Gobierno.
En cuanto a la clasificación… cierto que podía haber sido peor, mucho peor, y que Televisión Española (es a ella a quien representaba, conste) ha quedado peor otros años pasados. Lo cual sólo nos demuestra la decadencia de Eurovisión, si vamos a lo concreto, o la de Europa, si vamos a lo general. En cualquier caso es pa asustarse como se entere Ben Laden.
Pues eso, que ahora que ya se han llenado los bolsillos no saben si deshacerse o no de este esperpento que ni Valle Inclán hubiera nunca osado imaginar. Y yo quiero que se mantenga vivo, me comprometo yo y comprometo esta columna en defensa de Chikilicuatre. Es más creo que hay que levantarle un monumento y fijar una fecha de conmemoración. ¿No tiene el demonio un monumento en Madrid? ¿No conmemoramos mil días diferentes a lo largo del año, a cual más raro? Pues otro para Chikilicuatre: “Monumento a la estulticia nacional” y “Día del orgullo casposo”.
Hay que mantener vivo y presente a Chikilicuatre, que en todas las aulas, en las salas de espera, en las estaciones y aeropuertos cuelguen grandes y gloriosas fotos de él. Y de su multimillonario inventor. Y del Director General de Televisión Española, que es quien lo mandó a Belgrado. Debemos tener presente en nuestra vida los errores cometidos, debemos aprender de nuestra experiencia, no podemos olvidar. Saber lo que no debemos hacer es imprescindible para mejorar.
Y ése será, efectivamente, el camino para mejorar España. Ahora mismo España es chikilicuátrica, esperpéntica, absurda, cutre, ramplona, inculta, fuera de lugar, inasumible por cuantos en ella la quieren más noble, elevada, culta. España queda reflejada en cualquier serie de televisión de éxito. Mejor: España es una serie de televisión en la que todos los actores se insultan como en Escenas de matrimonio, denigran a los maestros, se drogan o se dedican a ver con quien pueden acostarse cada diez minutos como en… tantas otras. España está ahora mismo dirigida (y no me refiero al Gobierno, o al menos no sólo al gobierno; no hablo de política, o al menos no sólo de política) por lo más bajo y ramplón y chikilicuátrico que tenemos. Nuestros objetivos sociales son alicortos, depauperados y siempre mezquinos y groseros, con especial dedicación al hedonismo, sea por vía del dinero, del sexo o de ambos a la vez.
Chikilicuatre representa perfectamente esa España bufona, botellonera, indigna, bullanguera, egoísta, burda y atrasada, aquella vieja España franquista retratada en blanco y negro por Berlanga en “Bienvenido, Mr Marshall” o “El verdugo”, sólo que ahora en el siglo XXI es en color, la dirige Santiago Segura y no tiene la misma ternura ni poesía pero salen tías de coge pan y moja.
La protagoniza Javier Bardem y luego la dan en un canal de pago amigo del Gobierno.
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