Cuando se insulta desde los micrófonos no se hace periodismo, cuando se menosprecia, cuando se ofende, se va más allá de la crítica buena, lógica y necesaria. No puedo juzgar a Federico Jiménez Losantos porque tengo el buen gusto de no escucharle, como tampoco escucho a los telepredicadores de la SER, incluso partiendo de que entre el primero y los segundos hay enormes diferencias a favor de los prisistas.
Sectario es aquel que no admite más verdad que la de la secta que lidera, predica o sigue. De líderes sectarios estamos sobrados en España, sea en el terreno periodístico, en el político o en el cultural, como acabo de escribir en el artículo inmediatamente anterior a éste sobre la cocina postmoderna.
Pero uno tiende a disculpar a quienes ejercen el sectarismo desde la secta, abandonando de entrada todo intento de neutralidad, declarando sin ambages su militancia. La ética no debería permitir a los periodistas determinadas posturas tan radicales, sectarias y excluyentes como las que habitualmente leo de Jiménez Losantos. Todo tiene su límite y la opinión tiene el límite del buen gusto. Se pude hacer toda crítica sin llegar a los calificativos despectivos que usa el más conocido periodista de la Cope.
No sé cuál será el resultado del juicio, ni me importa, espero estar de vacaciones cuando se haga público, pero después de quince años opinando en diversos periódicos uno sabe diferenciar entre crítica e insultos, ente opinión e infundios, entre lo de Federico Jiménez Losantos y un periodismo honrado, ético y equilibrado, que no quiere decir neutral.
No existe el periodismo neutral ahora mismo en España; todos los grandes periodistas, todos los grandes periódicos, son eslabón de alguna cadena de opinión. Cierto que todos los periodistas son libres, se supone, siempre dentro de los límites que marca la línea editorial del grupo empresarial al que pertenece, que a su vez se enmarca dentro de alguna de las corrientes de opinión social predominantes. Otra cosa es pretender dirigir los designios del primer partido de la oposición desde los micrófonos o desde las salas de redacción de medios importantes.
Aznar se equivocó grandemente designando a Rajoy y el PP lo está pagando. Pero Rajoy, y cualquier otro político, no debe ceder el poder a la prensa, nadie debe permitir que le dirijan su trabajo desde fuera, esa labor se hace desde dentro: El que quiera peces que milite.
Cuando se insulta desde los micrófonos no se hace periodismo, cuando se menosprecia, cuando se ofende, se va más allá de la crítica buena, lógica y necesaria. Eso no es periodismo, eso es… ¿qué diantre es eso?
Sectario es aquel que no admite más verdad que la de la secta que lidera, predica o sigue. De líderes sectarios estamos sobrados en España, sea en el terreno periodístico, en el político o en el cultural, como acabo de escribir en el artículo inmediatamente anterior a éste sobre la cocina postmoderna.
Pero uno tiende a disculpar a quienes ejercen el sectarismo desde la secta, abandonando de entrada todo intento de neutralidad, declarando sin ambages su militancia. La ética no debería permitir a los periodistas determinadas posturas tan radicales, sectarias y excluyentes como las que habitualmente leo de Jiménez Losantos. Todo tiene su límite y la opinión tiene el límite del buen gusto. Se pude hacer toda crítica sin llegar a los calificativos despectivos que usa el más conocido periodista de la Cope.
No sé cuál será el resultado del juicio, ni me importa, espero estar de vacaciones cuando se haga público, pero después de quince años opinando en diversos periódicos uno sabe diferenciar entre crítica e insultos, ente opinión e infundios, entre lo de Federico Jiménez Losantos y un periodismo honrado, ético y equilibrado, que no quiere decir neutral.
No existe el periodismo neutral ahora mismo en España; todos los grandes periodistas, todos los grandes periódicos, son eslabón de alguna cadena de opinión. Cierto que todos los periodistas son libres, se supone, siempre dentro de los límites que marca la línea editorial del grupo empresarial al que pertenece, que a su vez se enmarca dentro de alguna de las corrientes de opinión social predominantes. Otra cosa es pretender dirigir los designios del primer partido de la oposición desde los micrófonos o desde las salas de redacción de medios importantes.
Aznar se equivocó grandemente designando a Rajoy y el PP lo está pagando. Pero Rajoy, y cualquier otro político, no debe ceder el poder a la prensa, nadie debe permitir que le dirijan su trabajo desde fuera, esa labor se hace desde dentro: El que quiera peces que milite.
Cuando se insulta desde los micrófonos no se hace periodismo, cuando se menosprecia, cuando se ofende, se va más allá de la crítica buena, lógica y necesaria. Eso no es periodismo, eso es… ¿qué diantre es eso?
1 comentario:
Apúntate cinco (o diez) puntos más por tu post, Pedro...
A ver: no escucho al susodicho Jiménez Losantos, pero muchas de sus afirmaciones traspasan notablemente las ondas de la COPE y aparecen con bastante frecuencia en la prensa y en referencias de sus colegas... Simplemente NO ME GUSTA NADA el individuo en cuestión. Muchas veces he dicho entre amigos que una cosa es la libertad de expresión (el sagrado derecho a manifestar unas opiniones...) y otra, -creo que notablemente diferente- la permanente reiteración del insulto, la descalificación y, en muchos casos, la mentira y la calumnia... algo en lo que nuestro "amigo" cae con bastante frecuencia. Pero más allá de una critica a muchas de sus afirmaciones, lo que realmente me parece absolutamente inadmisible es que su "pregón" nos llegue avalado por la Conferencia Episcopal... Eso ya supera todo lo admisible, vamos...
Y ahora, en el juicio de estos días motivado por la demanda de Gallardón, pobrecito, fíjate; ni siquiera los "amigos" Acebes, Zaplana y demás le han apoyado... Naturalmente, le ha faltado tiempo para decirles de todo, claro... ¿Cómo iba él a imaginarse que le iban a dejar colgado?
Me da una pena...
Ojalá le sirva de lección y "aprenda" a reconocer sus errores y a asumir sus responsabilidades, aunque me temo mucho que no va a ser fácil...
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