Palencia es una emoción:

14 mayo 2009

España poscoital

Los medios lo recogían esta semana, la más grande ovación que recibió Zapatero en su mitin de Vistalegre fue cuando anunció la ampliación del aborto. Ni ácidas críticas al PP ni suma y sigue de ventajas sociales para los parados, para las mujeres, para los niños, para los ancianos. No, el aplauso, para el aborto; al parecer el bienestar de España descansa sobre la ampliación del aborto. Más aborto, mayor bienestar, a la mierda todo lo demás, la calidad de vida pasa por abortar más, más deprisa y más veces, supongo. Viva España y olé.

Poco después la noticia de cabecera de todos los digitales era que la píldora del día después se venderá sin receta y sin limitación de edad. Dentro de poco se venderá sin necesidad de ir a la farmacia, Internet te lo pone todo más cerca. Más facilidades para abortar, vamos a convertir a España en el Kamasutra de Europa. Hemos puesto nuestro bienestar en follar más, más deprisa, con más gente, y el mayor número de veces posible.

Y que nadie piense que estoy atacando al PSOE. El PP nunca deshará este camino al folleteo general, esta autopista al encamamiento total. No podrá porque en definitiva los españoles de derechas de izquierdas y mediopensionistas están de acuerdo en ello, en esto no hay tendencias políticas. No lo demandan los españoles, pero todos lo aceptan silenciosamente bajo el temor de ser acusados de atrasados y cavernícolas. “¿Facha yo? Vade retro”. España es una unidad de folleteo en lo universal, nos une el sexo rápido e intrascendente. E inconsecuente, que si hay consecuencias las abortamos como sea, clínica o farmacéuticamente. Viva la promiscuidad que tenemos píldora poscoital. España mañana será una gran cama. O un gran quirófano, claro.


Con tanta bomba de hormona parece que hay menos crisis, que hay menos paro, que las empresas no quiebran. Vamos a sustituir la burbuja inmobiliaria por la píldora poscoital, aunque para ello haya que quitar la patria potestad a los padres de las adolescentes y otorgársela al Estado.


La derecha española se ha rebotado, como por otra parte era deducible, aludiendo a los efectos secundarios de la pastilla en cuestión. Pero nadie habla de la moral. La derecha ya no se atreve a hablar de moral, implicada como está en escándalos económicos y por lo tanto también morales. Una derecha que se limita a encogerse de hombros y ver pasar el tiempo mientras le salpica escándalo tras escándalo no tiene derecho a hablar de moral. Y así nos va entre una izquierda abortiva, demagoga y facilota y una derecha que mira para otro lado. Para el lado que le conviene, claro. Que no sepa el bolsillo de tu chaqueta lo que entra en el bolsillo de tu pantalón. La familia, el antiguo bastón ideológico de la derecha, queda asombrada y desprotegida ideológica y políticamente. Bueno, quizá surja algún chanchullo para trincar algo de dinero negro para tirar hasta final de mes.

Reducir el cuerpo humano a una máquina sexual es reducirlo a la materia, restarle espiritualidad, suprimirle los valores más elevados. Y no, no, no estoy hablando de religiosidad, sino de ética, de valores trascendentes, de voluntad, de esfuerzo, de trabajo, de no centrar la actividad juvenil en el sexo de “aquí te pillo, aquí te cepillo”. Parece ser que ser más moderno, progresar más, vivir mejor, es ser intrascendente y encamarse con todos los vecinos del edificio, que a la vida hemos venido a darle gusto al cuerpo. ¿Qué es eso del esfuerzo, qué es eso de aguantarse, qué es eso de arrostrar las consecuencias? La vida debe ser cada día más fácil, nada de nadar contra corriente aunque eso implique perder el respeto a la condición humana.


¿Y los padres? ¿Qué autoridad tienen unos padres si se la pisotea el Estado? ¿Si el Estado puede decidir por mí y sin mi conocimiento ni mi consentimiento qué pinto yo como padre de una adolescente? Eso ya pasaba en Esparta, seguimos progresando. Hacia atrás.

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