Palencia es una emoción:

15 junio 2009

Reabriendo fosas, a vueltas con la memoria histórica

En un conocido parque de mi ciudad se acaba de reabrir otra fosa de la guerra civil. A partir de ahora los restos de treinta fusilados de la barbarie podrán ser entregados a sus respectivas familias. Bajo toboganes y columpios en los que niños de hoy jugaban como siempre se hallaba la vergüenza de ayer.

Imagino que hay muchos ciudadanos que temen que reabrir estas sepulturas ilegales, injustas y vergonzosas suponga reabrir heridas y reabrir dolores. No creo que nadie sienta deseos de venganza y de reemprender la matanza entre hermanos después de setenta años, setenta años de dolor y abandono. Abrir esas fosas es enterrar injusticias y arreglar los sentimientos de hermanos, hijos o sobrinos de los fusilados.

¿Acaso estos hijos o nietos no tienen derecho a enterrar en un lugar digno a sus familiares, acaso no tienen derecho a despedirse de ellos y a recuperar la dignidad perdida por haber sido familiar de “uno de ésos”? ¿No tienen esos fusilados derecho a recibir cristiana sepultura? Y enfatizo lo de “cristiana”, dirigido a unos y otros. Es fácil ponerse en el lugar de quienes durante años tuvieron que llorar a escondidas la barbarie, de quienes llevan décadas esperando a rescatar a los suyos, a redimir sin ánimo de venganza las ofensas recibidas. Es fácil suponer su desconsuelo, es fácil imaginar la amargura pasada en el silencio de una casa de pueblo.

No hay, no puede haber, no debe haber deseos de desquite, deseos de guerra civil, después de tanto tiempo nadie va a devolver el mal recibido. No estoy muy inclinado a pensar en la bondad natural del hombre, mea culpa, pero me resulta imposible pensar que quienes se han propuesto esta tarea busquen devolver el dolor recibido. Entre otras cosas porque “paseados” hubo en los dos bandos. Y porque retroceder en el tiempo es lo contrario de avanzar.

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