Palencia es una emoción:

25 enero 2010

Nuclear hipocresía nacional

Cuando uno era joven la energía nuclear era el ogro, el coco. O te tomabas toda la sopa y te ibas a la cama sin rechistar o te soltaban un átomo para que te mordiera el culo. Nadie entre la gente común se atrevía a contradecir eso de “¿Nucleares? No, gracias”. Esto era una expresión tan cotidiana y usual como el “buenos días, Maruja” cuando te encontrabas a la amiga de tu madre en la calle mayor y querías disimular para que no se chivara de que estabas fumando.


Deduzco que la energía nuclear sigue siendo el coco para muchos pero también es el salvador del Estado. Allá donde el Estado no puede sacar de la miseria a un pueblo o una región... llega una central nuclear y derrama progreso, dinero y calidad de vida. De momento al menos. Por eso, porque el Estado es la ruina de muchos pueblos, hay alcaldes que se juegan el puesto pidiendo el cementerio nuclear. “Pongamos progreso, pongamos futuro, pongamos un cementerio nuclear en nuestras vidas” podría ser el eslogan de multitud de pueblos abandonados a su suerte. Por cierto, nada menos que tres pueblos castellanos empezaron la carrera hacia este cementerio, no sé si será casualidad.


Sospecho que hoy la energía nuclear no es la misma energía nuclear de hace treinta años. Quiero pensar que la misma Humanidad que ha puesto un cochecito en Marte habrá progresado en la misma medida en seguridad nuclear. Sea como sea hay muchos alcaldes que quisieran tener los arrestos suficientes para garantizar de esta manera el futuro de sus pueblos.


María Dolores de Cospedal defiende como todo su PP la energía nuclear como una energía imprescindible, limpia y segura... siempre que no se ponga en su pueblo, bueno, en su Castilla-La Mancha. La escusa es parecida a la de Montilla, que cuando fue ministro elaboró un protocolo específico para estos asuntos. “Nosotros” (léase “los castellanosmanchegos” o “los catalanes”, según el caso) ya hemos contribuido suficientemente a la solidaridad interregional con respecto a esta energía atómica. Es el turno de otros”. Todo el mundo queremos energía atómica en casa de los otros. El cinismo nuclear no tiene límites, estos políticos anteponen una y otra vez su interés electoral al interés general. Con lo fácil que sería dejar que los pueblos decidieran, tal vez exigiendo una mayoría cualificada para aprobar la decisión. Con lo fácil que sería dejar la decisión en manos del pueblo.


Se aproximan una tras otras varias campañas electorales, es la ocasión que muchos nos tememos para que nuevamente políticos ramplones rasquen votos populacheros para favorecer sus más bajos instintos personales: los políticos.

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