Palencia es una emoción:

24 abril 2010

Ahora que se ha muerto Samaranch

Decía mi bisabuelo que “Líbrenos Dios de la hora de las alabanzas”. Y ahora que se ha muerto Samaranch no seré yo el que le regatee ni uno solo de los méritos que haya acumulado durante su vida.
Incluso, a poco que me presionaran, afirmaría que es muy lógico que nos hayamos olvidadazo de aquella parte de su vida que hoy sería encontrada como poco correcta políticamente. El oportunísimo olvido es especialmente llamativo en determinados políticos actuales que se sitúan ideológicamente en el extremo opuesto del que ocuparía el señor Samaranch si hubiera mantenido su carrera política.

Vale, de acuerdo, entonces sus méritos son enormes… pero cuando uno oye los informativos de la radio, los de la mañana y los de la tarde; cuando uno ve las imágenes de los informativos televisivos; cuando se han leído mil y un titulares en los más diversos medios escritos me surge siempre la misma pregunta…
¿Pero es que nadie tiene rubor, a nadie le da vergüenza escribir, leer, afirmar tal retahíla inacabable de elogios, alabanzas, adulaciones cortesías, enaltecimientos, glorificaciones, loores, encomios, panegíricos, loas, aclamaciones y aplausos? ¿Es que el finado nunca se equivocó, nunca pisó una caca de perro, nunca echó un borrón, nunca se pilló sus partes con la cremallera?

Lo decía mi bisabuelo: “Líbrenos Dios de la hora de las alabanzas”

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