Palencia es una emoción:

10 junio 2010

Una guarra, una puerca y una zorra en El Gato al agua

Hasta no hace mucho ser de derechas en España era una lacra que muchos procuraban sufrir en silencio, como las hemorroides. O eras de izquierdas, defendías el aborto y el matrimonio homosexual o pasabas inmediatamente a ingresar en el club de los fachas, retrógrados, cavernícolas y demás imágenes del ideario progresista, no había término medio. Lo mejor y más políticamente correcto era callar taimadamente para que no te señalaran con el dedo tus compas de oficina o el liberado sindical del quinto izquierda. La derecha había quedado socialmente deslegitimada y, retirada a sus cuarteles, se lamía sus  heridas a la espera de, en las siguientes elecciones, votar tan discretamente como había vivido.

Y en éstas llegó Intereconomía. Y empezó a despertar conciencias y a unir voluntades. Y, todavía con cautela, algunas gentes de derechas principiaron a salir del armario y a reconocerse públicamente como apestados sociales, abandonando con las precauciones debidas el lazareto donde parecían haber vivido con la respiración contenida. Intereconomía hablaba públicamente del orgullo de ser de derechas, de luchar contra el aborto y de ser católico en un país laico sin que les diera vergüenza y sin que nadie le tirara piedras. Todavía al principio había quien escuchaba “El Gato al agua” en secreto, bajando el volumen de la tele y sin decírselo a la familia, casi como en su tiempo había que escuchar La Pirenaica, tan a escondidas como ahora hay que fumar.

Esto fue lo que me unió a Intereconomía. Que combatía con desparpajo y frontalmente los tabúes tradicionales de la derecha. Nada de artero “centro derecha”, nada de “no al aborto pero...”, nada de equilibrio e imparcialidad ante las memeces de las filosofías públicas de la progresía oficial, esas teorías que han circulado públicamente como verdades inapelables y que en el mercado popular cotizaban más alto que los cocineros vascos. Orgullosos de ser de derechas y que se joda el mundo.

Yo fui espectador de ese “Gato” en el que Eduardo García Serrano llamó “guarra, puerca y zorra” a la consejera catalana de Sanidad. Eduardo García confundió con penosa agresividad la crítica política con el insulto personal. Para esto no necesitábamos a nadie, ya tenemos infinitos programas basura en las que esto sucede. Eduardo García confundió “El Gato” con otros penosos programas de cuyo nombre no quiero acordarme a cuya nómina pareció querer unirse. Crítica política es decir, con sumo acierto, que está “fabricando degenerados”, lo que es un comentario que refleja una opinión, tan acertada o equivocada como otras, pero no un insulto. Orgullosos de ser de derechas, todo lo de derechas que usted quiera, pero no así, sino respetuosos con el adversario y con la audiencia, a partes iguales.

Lo que pienso de la actitud de la consejera y de su página web, de los talleres de manufacturas sexuales de la Junta de Extremadura y los mapas vaginales de Bibiana Aido, la Barbie abortista, ya ha debido quedar claro a mis lectores; por si alguno cree que estoy defendiendo las gilipolleces de esta izquierda que ha puesto la defensa de los ideales obreros en la entrepierna en vez de ponerla en la cartera y en los valores morales y éticos. Que nadie se confunda y pinche aquí para comprobarlo.
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Estoy escuchando en directo las excusas de Eduardo García Serrano y su petición de perdón a la señora Gelli. Sus palabras le honran y le engrandecen. Recupero mi afecto por él y espero que el asunto acabe fuera de los tribunales y con satisfacción para todos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Garcia Serrano tiene razón.

Anónimo dijo...

Si, los insultos no tienen cabida, y la rápida disculpa, honrosa. Además, me atrevo a decir, demuestra que ha sido una calentura no premeditada ni nada por el estilo. Todos somos humanos, y cuando uno ve lo que hace y dice la Consellera Geli a este respecto y, lo que es peor, su motivación, es que ¿quién no le saltaría a la yugular para salvar a sus hijos?.....

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