Ya sé que lo que lleva una embarazada en su seno es un ser vivo pero no un ser humano, Bibiana Aido dixit, a pesar de lo cual el aborto es muestra de la decadencia de Occidente. Espero que a estas alturas ninguno de mis lectores duden de que Occidente está en franca decadencia, o al menos su ética, su decencia y su moral. Otra de las pruebas es cómo los gobiernos, las grandes multinacionales de la banca y las empresas farmacéuticas nos manipulan sin que nadie rechiste. El caso reciente de la falsa gripe A que ha permitido llenarse los bolsillos a cuatro grandes compañías es patente.
Que nos intenten manipular es penoso pero comprensible en un mundo en el que el hombre es un lobo para el Hombre, pero que nos callemos, nos conformemos y ni siquiera protestemos es muestra de que la cultura europea, cristiana y democrática ha emprendido el camino del suicidio. Lo primero que hay que conseguir es la cooperación o cuando menos el desistimiento de quien normalmente tendría que defenderse por el mero sentido de supervivencia.
Ahora toca el aborto; en España se abortaba con tal facilidad que embarazadas de media Europa venían a celebrar nuestra permisividad, turismo abortivo se llama eso, ya sólo faltaba montar excursiones. Pero no debía parecer suficiente a la ministra pija y Zapa patrocinó una nueva ley que proveyó aún mayores facilidades. A Zapa nada le parecía suficiente, él quería ir más lejos que nadie, él siempre ha sido más radical que todos, la prueba es el nacimiento de Públiko y la Sexta, porque no le valía con la labor de PRISA. Y en una nueva vuelta de tuerca hay quien pretende que dado que el aborto es “un derecho” (¿?) los médicos se vean obligados a practicarlos. Por pelotas, coño. Y pido perdón a mis lectores que saben que no suelo emplear este tipo de expresiones barriobajeras en mi blog.
Dicho en román paladino: Que quieren impedir la objeción de conciencia de aquellos profesionales que consideran que el aborto va contra sus ideales humanos y personales, contra sus sentimientos más profundos y contra su ética profesional. ¿Cómo se puede obligar a nadie a practicar abortos? Y conste que no estoy defendiendo a aquellos médicos sinvergüenzas que por las mañanas objetan contra el aborto en las clínicas de la Seguridad Social pero los practican por las tardes en clínicas privadas a mucho mejor precio.
Menos mal que quien esto escribe no estará aquí para presenciar la entrada de los bárbaros en tierras del imperio. Después de mí, el diluvio, oiga.
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