Hemos construido un país nefasto. Iba a poner una comparación sucia y maloliente y al final no me he atrevido, pero hemos hecho un país en el que mandan los más inútiles, los menos capaces, los más rastreros, los menos íntegros. Hemos hecho un país que no merece la pena ser respetado, que no debemos respetar. De hecho no lo respetamos, no nos respetamos.
Tenemos por presidente a un señor que duda de nuestra existencia como nación, y dice que la idea de nación es discutida y discutible. Y es el líder para varios millones de españoles, cada vez menos, pero para varios millones de españoles. En cualquier lugar del mundo aquella afirmación sería suficientemente grave como para marcarle como apestado político para siempre y apartarle de la toma de decisiones. Pero como eso tuvo lugar en España y se refería a España no ha pasado nada. Somos realmente indignos.
Detrás de él, sustentándole, tenemos a varios gobiernos autónomos que lejos de creer en el futuro conjunto piensan en España como reinos de taifas, avalando un gobierno acabado, ineficaz y estéril, al tiempo que aprobando “unos presupuestos malos para España pero buenos para Canarias”, por segunda vez consecutiva.
Añadamos que nuestra ministra de defensa se solidarizó, saliendo en manifestación, con un bastardo que se rió de España cagándose, verbalmente, claro, en ella. ¿Hay otro país del mundo donde semejante aberración no le cueste el cargo al que la cometa? ¿Hay otro país del mundo donde un ministro que haya defendido algo semejante no tenga cien mil manifestantes todas las tardes delante de la ventana de su cuarto de estar? Ahora que Chile nos ha dado ese ejemplo, ahora que los chilenos, no como colectivo sino individualmente, considerando sus habitantes uno por uno, nos han dado un soberbio curso, una lección magistral de orgullo, un máster de sensibilidad y pragmatismo y eficacia, ¿queda algún español que crea que en Chile el presidente de la República y sus ministros pueden expeler semejantes necedades sin ser apedreados en las urnas?
¿Es que no es infinitamente indigno de la estirpe humana, propio de ciudadanos mentecatos, exclusivo de incapaces mentales, silbar, abuchear o patalear durante el homenaje a los héroes de la nación? Si es que somos una nación, si es que tenemos héroes nacionales. ¿O son ambas cosas propias de fascistas, franquistas o… chilenos? ¿Es que no es característico de personas inmorales barritar como elefantes en celo durante el himno nacional o el desfile de la bandera nacional? ¿Qué le pasaría al chileno que se comportara así, qué le harían sus compatriotas? Claro que para tener compatriotas hay que tener patria… y aquí tenemos 17 patrias.
¿Pero acaso no está reñido con cualidades supuestamente humanas como la inteligencia, el raciocinio y el normal funcionamiento neuronal la producción, emisión y contemplación de determinados programas televisivos que sin embargo en este país de borregos, inmaduros, incapaces, ignorantes y descerebrados triunfan en las clasificaciones (hoy me niego a decir “ranking” o “share” o belloteradas como esas), marcan comportamientos sociales, son alabados, reídos y celebrados por padres acomplejados, ignaros y rastreros que permiten a sus hijos, no menos descerebrados que sus estólidos progenitores, verlos como si se tratara de obras maestras del cine o de la Literatura?
¿Pero es que nadie es capaz de ver que estamos en manos de unas televisiones malévolas, mezquinas y miserables que, aupadas por unos directivos que en lugar de miocardio tienen un libro de cheques, dirigen a la juventud desde temprana edad hasta bien acabados los estudios, los posteriores másteres en carísimas instituciones, las consiguientes prácticas ineficaces en empresas ladronas y el amplio periodo de percepción de la paga del desempleo hacia el sexo simplón, insustancial y amoral, hacia la irresponsabilidad social y personal, hacia la irrelevancia ética profesional y hacia la disolución de valores superiores que son los que nos distinguen de los mandriles?
¿Pero es que nadie es capaz de ver que estamos en manos de unas televisiones malévolas, mezquinas y miserables que, aupadas por unos directivos que en lugar de miocardio tienen un libro de cheques, dirigen a la juventud desde temprana edad hasta bien acabados los estudios, los posteriores másteres en carísimas instituciones, las consiguientes prácticas ineficaces en empresas ladronas y el amplio periodo de percepción de la paga del desempleo hacia el sexo simplón, insustancial y amoral, hacia la irresponsabilidad social y personal, hacia la irrelevancia ética profesional y hacia la disolución de valores superiores que son los que nos distinguen de los mandriles?
Estamos en un país indigno, somos un país indigno, y no sólo no nos importa, sino que además nos refocilamos en ello, lo pregonamos a los cuatro vientos con risotadas chabacanas porque hemos convertido en algo con predicamento social presumir de ello.
Decía que hemos hecho un país en el que mandan los más inútiles, los menos capaces, los más rastreros, los menos íntegros.
1 comentario:
Que razón tienes...
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