El presidente de la Academia de Cine ha llamado la atención de los cineastas españoles por no hacer buenas pelis. Albricias, mangas verdes. Durante la fiesta de los nominados a los premios Goya, Alex de la Iglesia ha dicho a sus colegas que la industria española debe realizar "mejores películas" en el futuro para recuperar el pulso en la taquilla. Se conoce que las cosas el año pasado no fueron bien, a pesar de tanta fiesta, tanto flash, tanta alharaca y tanto paseo sobre alfombra roja con vestidos de seda y organdí.
Uno, que fue amante del cine hasta la extenuación, se siente divorciado del que fue su gran amor, ese amor que obligaba tierna y duraderamente a acudir una y otra vez, como si las salas de cine fuesen un piso en el que había instalado a mi mantenida a la que visitaba una o dos veces a la semana, dependiendo del vicio y de la atracción que sintiera.
En realidad no sé si me siento divorciado o rechazado, no sé si el divorcio lo he pedido yo o me ha caído encima sin comerlo ni beberlo. Bien pensado parece que la amante se me ha ido con otro, pues yo me he quedado compuesto y sin novia, tan vacío y huero como un discurso de Zapa sobre la solución a la crisis económica. El caso es que el cine español hace tiempo que emprendió un camino que le alejaba de mí, una senda que señalaba una profunda divergencia, un camino plagado de obstáculos sembrados por los propios cineastas, marcado con hitos cinematográficos que se empeñaban en mirar atrás, con referencias continuas a una España guerracivilista y vengativa, en vez de mirar al futuro y marcar caminos de concordia.
La filmografía española ha sido en los últimos años sectaria, vengativa y despectiva hacia quienes no siguieran con los ojos cerrados sus impulsos ideológicos. Todo ello la ha alejado del público, no sólo de este infeliz columnista, todo ello ha sido causa o consecuencia, da igual, de su baja calidad artística, de la ramplonería, vulgaridad y falta de originalidad en unos guiones sesgados ideológicamente, de argumentos en beneficio del poder, entregados en pleno a una causa ideológica predeterminada, negándose con ello a la amistad de media España, rechazando de las salas de cine a media España. Por si no quedase claro: rechazando el dinero de media España.
Y ahora se dan cuenta, ahora perciben que el pueblo ha cambiado de sintonía, ahora observan con asombro que hay que hacer mejores películas. Bienvenidos al mundo real. Me pregunto por tanta ceguera, por tanta falta de reflejos, por tanta falta de sensibilidad; se han empeñado en educarnos, en orientarnos ideológicamente, en someternos a su voluntad, en hacernos sus esclavos mentales... o despreciarnos. Y, pobricos, ahora se han encontrado con que les hemos dado la espalda. Por algo será.
Pues eso, a hacer mejores pelis, cineastas. Y cineastos.
2 comentarios:
Estos cineastas son tan malos q si no fuera por las subvenciones gubernamentales, estaría todos vendiendo en el top manta. Talento escaso y sectarismo y lameculismo mucho. Yo hace años q no veo películas españolas, primero por malas y aburridas y luego al verlos todos significándose políticamente en vez de trabajar, se me quitaron las ganas definitivamente. AL PARO SEÑORES!
Como si fuera tan fácil hacer mejores películas, no es tan sencillo como decirlo. De todas formas eso de que el cine español es muy malo en general es un tópico.
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