Óscar López es absolutamente desconocido fuera de Castilla y León. No es nadie, no significa nada ni nadie lo relaciona con nada. En Castilla y León sólo una minoría ecléctica lo relacionamos con el PSOE y su fallido intento, uno más, de hacerse con la Junta de Castilla y León, ese engendro que parió Martín Villa en nombre de los intereses superiores de España. Insisto: Sólo una minoría de castellanos y leoneses (Por Dios, qué imposible gentilicio) sabemos quién es.
Jamás ha pronunciado una frase reprobable, más allá de la humana ración de errores disculpables que a todos los que hablamos en público nos toca, jamás ha pronunciado ni cometido un dislate, no le cabe ni una crítica por ese camino. Aparentemente no ha cometido ninguna torpeza de especial interés.
Y sin embargo no es nadie. Vas a la cola del pescao o a la barra del bar, preguntas por él y nadie se entera, creen que estás preguntando por un parroquiano más que todavía no ha llegado a la compra o al vermú. Es un absoluto misterio cómo puede ser tan desconocido, tan mindundi, después del presupuesto empeñado por el PSCL en la pasada campaña.
Y se va a tirar cuatro años haciendo el paripé de presidir la oposición a Juanvicente Lucas en las Cortes de Fuensaldaña. Perdón, ni el presidente de Castilla (y León) se apellida “Lucas” (¿A qué será debida mi confusión) ni las Cortes están en Fuensaldaña sino en un multimillonario y funcionalísimo edifico de La Huerta del Rey en vez de en un castillo medieval, es que me he dejado llevar por la inercia de la tradición. Repito: se va a tirar cuatro años haciendo el paripé de presidir la oposición a Juanvicente Herrera. El suyo ha sido un fracaso anunciado pero que, contra lo que nos acostumbra la publicidad, ha ido mucho más allá de lo que los anuncios decían. Es algo que une a los dos últimos candidatos socialistas a presidir las Cortes castellanas y leonesas (¿Si yo soy castellano cómo voy a ser leonés?, qué absurdo). Lamentablemente el PSCL lleva demasiados años sin ofrecer un candidato serio, responsable, cercano, idealista y pragmático que ponga en un brete el liderazgo conformista del PP.
PP y PSOE son corresponsables de una Castilla gris, apagada, políticamente intrascendente en España e ineficaz, pues no conseguimos evitar la desertización, el envejecimiento y la desindustrialización. Y la emigración. Ambos, a diferencia de lo que pasa con sus primos hermanos de otras comunidades, tienen puestas sus miradas en sus respectivas sedes de Madrid, sometidos a la disciplina de partido sin capacidad de rebelión ni oposición, lo que nos está llevando en este lento desaparecer que acomete a todas las comarcas castellanas, salvo el alfoz de Madrid y poco más.
En el PP van de triunfo en triunfo y en el PSOE de fracaso en fracaso. Llevamos décadas sin que esto varíe, cambie ni se altere. Lustros de monotonía como en el descenso demográfico, económico y político. El PSCL debe hacérselo mirar, permítanme utilizar esa expresión popular, y terminar con la era de los oscarlópeces encadenados uno tras otro sin que su partido vea la solución. Parte del problema de Castilla es que Óscar López no es nadie ni el PSCL tiene sustituto. Más aún con los tiempos que se avecinan.
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