Peces
Barba está muy mayor, sólo si se acepta esta premisa se puede disculpar el
dislate que ha cometido hoy. Yo estoy orgulloso de Cataluña, de mis amigos
catalanes (algunos de ellos lectores de este blog) y de mi familia catalana.
Supongo que si, como él dice, nos hubiésemos quedado con Portugal en vez de con
Cataluña estaría igualmente de orgulloso. El caso es que España se formó con
Cataluña y que sin ella sería difícilmente reconocible.
Nunca
se me ocurriría a mí criticar a Cataluña ni a los catalanes, tan dignos como
los murcianos, andaluces o castellanos. Otra cosa es criticar a los
catalanistas. Ser catalanista es una opción política, tan digna como las demás
y por ello absolutamente criticable y defendible, allá cada uno. Los que se lo
deben mirar, y muy dentro de sus neuronas, son los nacionalistas radicales y
los que les bailan el agua, pero no los catalanes, venturosos habitantes de una
tierra rica, próspera y cargada de futuro si entre socialistas y nacionalistas
no se la cargan. Si no se la han cargado, quizá.
Defender
lo propio, la propia tierra, la propia gente, la propia cultura, es el modo más
natural de ser. El error de ciertos catalanistas que interesadamente avivan el
fuego de la independencia está en buscar el enfrentamiento con otros ciudadanos
españoles, acusándoles de robar (“Espanya ens roba” dicen), olvidándose de que
su primer benefactor fue un gallego bajito y con voz de pito que mandaba mucho,
pues a él se le ocurrió poner las fábricas donde no había población, teniendo
que acarrear después a millones de castellanos hasta allá.
Cataluña
es tan admirable como Valonia, Castilla o la Lombardía. Los catalanes también,
de los que es de admirar su espíritu emprendedor e inconformista. Los catalanes
no tienen que hacerse mirar más que los de otros sitios, ya que tal y como está
la cosa pública los siquiatras deben tener mucho trabajo, con absoluta
independencia del lugar de procedencia del hipotético enfermo.
Peces
Barba está gagá, tanto que sin quererlo ha proporcionado armas a los que buscan
el enfrentamiento estúpido, innecesario y peligrosísimo. ¿Pueden sus compañeros
socialistas hacerle callar?
1 comentario:
Así don Pedro. Así se habla.
Publicar un comentario