Palencia es una emoción:

13 enero 2012

Vía cuatro, andén tercero


Ahora que nuestro Diario Palentino anuncia que han acabado las obras para dejar sitio al AVE en la estación de Venta de Baños, mi infancia y juventud se me agolpan entre los andenes de aquella vetusta estación. Eran tiempos, por qué pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor, en los que había varias salas de espera, oficina de telégrafos, fonda y hasta comisaría de policía. Pensándolo bien es cierto que aquellos tiempos eran mejores para la estación, entonces incluso paraban los trenes.

Para mí era obligado cruzar la estación para ir a la escuela, para ver a mis amigos o, más tarde, para acudir a bares y discotecas de moda. En aquel legendario vestíbulo, en mi recuerdo totalmente revestido de madera, se me confunden varias evocaciones de mi infancia: los taquilleros, impolutamente vestidos de azul y rigurosamente encorbatados, las estanqueras, siempre muy ancianas y con el pelo virginalmente blanco, y la castañera.

En otoño siempre había una castañera. Aún vaga y borrosamente recuerdo su figura tiznada y enlutada, a la puerta misma del vestíbulo (hoy el lenguaje casi impone decir hall; estaciones o aeropuertos no tienen vestíbulo, tienen hall, que es más megaguay)… Decía que a la puerta de hall se instalaba avanzado el otoño una castañera que nos cambiaba un puñado de castañas por un puñado de céntimos. Cuando los céntimos eran de peseta, oiga. Con las castañas y las manos en los bolsillos del abrigo, mi padre y yo íbamos a esperar el tren para Palencia.

El tren para Palencia entraba siempre por la vía cuatro, andén tercero, junto a la antigua pasarela. En ese andén estaban los factores. Medio Venta de Baños debía ser factor de Renfe, entraban y salían sin cesar de la oficina para dar vía libre a algún expreso que tardaba 24 horas en unir La Coruña y Barcelona. También allí estaba la comisaría de policía, donde tuve amigos que han ido ascendiendo a los que saludo, y la oficina de telégrafos, con Agustín García Blanco al frente, al que alguien debía de una vez homenajear.

En la sala de espera no solía haber viajeros. En su lugar un grupo de jubilados pasaba las horas escapando del frío estepario, matando el tiempo con conversaciones insulsas, esperando que le tiempo los matase a ellos.

Venta de Baños siempre fue ciudad de paso, construida precipitadamente, pero para los que en ella hemos nacido y vivido la estación siempre fue el centro neurálgico, ese centro sociológico y urbanístico del que realmente carece.
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La foto tiene la firma de JBG en la web pueblos-españa.org

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