El presidente del Banco Santander
(¿Por qué le quitaron el “del”?) se ha presentado ante el rey vestido de manera
absolutamente informal. Todos hemos visto esas imágenes en las que con pantalón
corto y vestido de impecable rojo “funcionario dominguero de clase media con
adosado en las afueras” estrechaba con campechanía sin igual la mano del rey.
Y a mí me parece una imagen que
demuestra la decadencia de España, y si me permiten la de todo Occidente.
Terminaremos, nuestros nietos lo verán, dominados por chinos o musulmanes. Con
la fuerza del comercio, con la fuerza de las armas o con la fuerza de sus
vientres nos conquistarán y comenzará el rechinar de dientes.
Sí, sí, ya sé que el señor Botín
llegaba de un paseo casualmente a la misma hora en que Don Juan Carlos pasaba
por ahí. Sé que, claro, no iba a estar decentemente presentable, corbata y
traje de espiguilla, para estrechar la mano del rey. Pero que un señor por
muchos millones que tenga se acerque al rey vestido como para ir a jugar al
balón volea playero no me parece buen síntoma. Siempre han existido las buenas
maneras, la buena educación y las formas de respeto.
Personalmente me molesta esa idea
de que todos somos iguales, de que maestros y alumnos, científicos y
deportistas, premios Nobel y curritos de mono y paleta seamos todos iguales.
Cierto que todos, absolutamente todos, tenemos los mismos derechos y los mismos
deberes, cierto que nadie es más que nadie. Cierto también que más respeto
merece el “currito” que trabaja de sol a sol que el empleado de cuello duro que
desde su cómoda butaca, y entre güisquis y gintonics, decide desahucios y
ejecuciones de hipotecas. Pero eso es una cosa y otro asunto es el colegueo
interesado que desde hace unos años se ha instalado en una sociedad acomplejada
que piensa que las jerarquías deben desaparecer porque sí y que todos merecen
todos los respetos sin diferenciar méritos y esfuerzos, conocimientos y trabajos.
¿Todos iguales? ¿Es admisible el
tuteo entre profesores y alumnos, entre camareros y clientes desconocidos,
entre entrevistadores y entrevistados? Según mi limitado conocimiento de
lenguas es algo que sucede especialmente en España y con difícil parangón en
otros idiomas y otras culturas. Tradicionalmente siempre ha habido respeto
formal, el progreso de una sociedad no debe medirse sólo en lo que se adelante
la edad de jubilación, en el Producto Interior Bruto o en los años de
protección al parado. ¿Por qué el progreso en unos terrenos debe llevar a la
desaparición de las buenas formas sociales?
Cuando chinos o musulmanes nos
dominen nos van a cantar las cuarenta y nos enseñarán a dejar el asiento del
autobús a ancianos o embarazadas y a saludar al rey (pongan ustedes “al califa”
o si quieren “al mandarín”) con formalidad y respeto.
PD Por cierto, ¿en esta foto no se parece el dueño del Banco Santander a Kiko Pantoja?
No hay comentarios:
Publicar un comentario