Les voy a confesar que yo, como
ustedes muy probablemente, digo tacos. Mea culpa, ustedes me perdonen y
amenjesús. Es más, estoy convencido de que digo pocos tacos, a veces incluso
siento vergüenza de ser así y suelto alguna que otra barbaridad fuera de lugar,
quizá incluso pasada de moda. En esto de los tacos hay clásicos que son
perennemente actuales pero también hay modas.
La verdad es que cuando estoy en
confianza y siento a mi alrededor un revoloteo permanente de joderes y cagüenes me siento acomplejado y desplazado,
así que sólo para entrar en ambiente, para sumarme e integrarme en el grupo, no
me callo y suelto alguna palabrota que otra. ¡Que yo también soy muy macho,
oiga!
Porque he llegado a esa
conclusión, no sé si ustedes estarán de acuerdo o no, que decir tacos es
imprescindible para decir alto y contundentemente eso de “Aquí estoy yo”, para marcar territorio,
vaya, para dejar bien claro que si alguien piensa meterse conmigo tendrá
problemas porque soy todo un hombre. Los perros también marcan su territorio
aunque de una forma mucho menos higiénica, nosotros somos más evolucionados.
No voy a negarles que algunas
veces, no sólo cuando estoy irritado, (debería haber dicho “cabreado” si
pretendiera parecer suficientemente adulto y desinhibido) suelto groserías por
un tubo; sin embargo las más de las veces lo hago de manera demasiado
artificial y quedando fuera de juego para mi vergüenza. A veces incluso me
siento observado por los demás que sin duda están pensando algo malo de mí, tal
vez llamándome infeliz o acomplejado pardillo. Yo quisiera ser tan liberal, tan
machote y tan socialmente normal como para decir tacos cada dos por tres con
absoluta naturalidad pero no siempre me sale.
Y es que ser español significa
echar juramentos a espuertas, va en nuestro ADN, es parte integrante de nuestro
ser… Cuando uno aprende idiomas compadece a los guiris que no pueden decir en
su idioma “Oye, tú, cachocabrón”. Son tan ingenuos y tan infantiles que se
espantan creyendo que una expresión tan amistosa está pronunciada con afán
ofensivo, qué ingenuos. Son todos unos pobres pardillos, acobardados y
acomplejados, lejos de nuestra libérrima manera de ser. El spanish way of life
conlleva necesariamente cagarse en la madre de alguien un par de veces por
minuto y escupir un hueso de aceituna a veinte metros. Ah, y llegar tarde a
todas partes, entrando sin pedir excusas o nada parecido. ¿Nosotros pedir
perdón? ¡Amos, anda!
Sugiero a las editoriales de
libros de castellano para extranjeros que dediquen un trimestre por curso a
estudiar la enorme trimestre por curso a estudiar la enorme variedad de
significados que la palabra “cojones” tiene según el contexto. ¿Un trimestre?
¡Un trienio!
1 comentario:
Buenas,
hemos llegado a ti despues de leer tus relatos en tu blog, y nos gustaria que te unieras a nuestro proyecto de literatura en la red.
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