Hoy he vuelto al río. Poco
después del amanecer, como siempre. Ahora que tanto calienta, andar al amanecer
es reconfortante; la naturaleza me reconcilia con la vida y la vida plácida y
serena, lejos de los agobios laborales. Allí, en la soledad, en el silencio del
fluir del río, entre los grandes árboles que cuchichean al verme pasar, todos
los sábados y domingos recupero las energías que me roba la semana. Sólo estoy
yo y mi radio.
La radio es indispensable compañía
para recordarme cuanto de satisfactorio tiene la vida, para hacerme vivir todo
lo que hay de intrascendente y de esencial, para grabarme bajo la piel la
actualidad y la memoria, lo útil y lo inservible. Y la radio los sábados y los
domingos se llama Pepa Fernández y es entretenimiento y es información y es compañía
y es diversión y formación. Y es cultura y sabiduría y participación y
encuentro y pensamiento. “Hoy no es un día cualquiera” es la feria de mi pueblo,
con verbenas, tragafuegos, algodón en rama, coches de choque y una tómbola en
cada esquina
Hoy no he escuchado a Pepa Fernández
y nadie me ha hecho llegar la ilusión ni me ha colmado la mente entreteniéndome
la mañana. Caminata baldía, mañana inane, amanecer anodino, esfuerzo sin
sentido. He caminado sólo y deprisa, huidizo, furtivo, deseando llegar pronto a
la torre de San Miguel para volver a bajar por la orilla izquierda del Carrión
y recogerme en casa cuanto antes. Hoy mis pies, casi siempre ligeros, pesaban
más y se hacían más torpes.
No sé si volveré a escuchar a Pepa
Fernández cada fin de semana, nos amenazan con ello en Radio Nacional de España
como consecuencia de la renovación de direcciones, jefaturas y cargos y puestos
de diverso nivel. Quiero saber por qué programas como el suyo sufren las
acometidas de la política y de la arbitrariedad, qué tiene que ver la calidad
del programa y sus profesionales con el partidismo y con las sucesivas
alternancias de los diversos partidos en el Gobierno.
Hoy he vuelto al río. Poco después
del amanecer, como siempre. La naturaleza me reconcilia con la vida plácida y serena,
lejos de los agobios laborales. Allí, en la soledad, en el silencio del fluir
del río, todos los
sábados y domingos recupero las energías que me roba la semana. Sólo estaba yo y
mi radio pero ya no estaba Pepa Fernández.
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