Andan acusando a Rajoy de
Zapatero. De ser Zapatero. De querer ser como él, al menos, en el asunto del as
televisiones. La televisión, así en general, es el gran déficit cultural de
España. La televisión, a los que andamos mezclados con la infancia y juventud,
a los que nos dedicamos a esto de ahormar a las nuevas generaciones, nos parece
el gran coco, el gran educador que en una sola escena puede acabar con nuestra
labor o profundizar en ella.
Según mi particular manera de ver
las cosas la manera actual de hacer televisión sólo produce grandes perjuicios,
gravísimos daños a una parte importante de la sociedad, la más desprotegida
culturalmente, sea por razones de edad o por razones sociales o económicas. No
importa el nivel social ni cultural de los espectadores, basta con que sean
muchos.
No estoy pidiendo que todos los
programas sean aquel “Cesta y puntos” de mi infancia, no estoy pidiendo que
todos los presentadores se llamen Eduardo Punset, no estoy pidiendo que
repongan sempiternamente “Verano azul”. Simplemente lamento que Telecinco haya
berluscolonizado España, lloro con grandes lágrimas sin final que Belén Esteban
y Kiko Pantojo sean el modelo que prima en el imaginario popular. Populachero.
Que programas como Sálvame y otras miserias morales sean el entretenimiento del
pueblo. Del populacho. Sólo lloro
agónicamente, sin encontrar misericordia, que Física o Química sea corresponsable
del encanallamiento moral de un sector del pueblo español. De la plebe, de la
morralla, del vulgo.
Se está construyendo una sociedad
amargada por la respuesta de nuestros políticos a la crisis y al mismo tiempo
falta de recursos morales; se está dirigiendo a la gente, a la gentuza, hacia
la vida sin valores, con respuestas del tipo “todo vale”, con respuestas egoístas
y egocéntricas, de “si a mí me vale es bueno”. El ejemplo paradigmático es el
aludido “Física o Química” que representa supuestamente a una sociedad cuyos
valores se reducen al sexo porque sí, ahora y aquí, con el profe o con la
alumna, con compañero o con compañera, qué más da si me pone a tope, es fácil y
no me hace pensar.
La intrascendencia vital, la
berluscolonización, es el santo y seña de la sociedad de Antena 3, diz que de derechas, y Telecinco. Entre
ambas están edificando la futura España contra la que padres y profesores,
educadores en general, nos estamos enfrentando. Sé que el gobierno, los
gobiernos, no puede entrar a dirigir las programaciones de empresas privadas, pero
hay muchas maneras de intervenir en esas sociedades anónimas que necesitan la
concesión del gobierno para subsistir.
A Rajoy le falta creerse de verdad que es el jefe del gobierno y que
puede tomar decisiones trascendentes sin asustarse. No vaya a ser que le digan
que es de derechas, el pobre. La izquierda le da sopas con onda a esta falsa derecha
de cartón piedra a la hora de trasformar la sociedad.
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