Palencia es una emoción:

06 agosto 2012

La cabra de Arnaldo Otegui


Arnaldo Otegui fue miembro de ETA y como tal participó en un famoso secuestro. Después dirigió Batasuna, la cara amable de los asesinos, y cuando ésta fue ilegalizada él intentó restablecer su funcionamiento por lo que actualmente cumple prisión.

Es lo que tiene la cabra, que siempre tira al monte tanto como el perro a la farola. Y la cabra de Otegui tira siempre hacia el mismo monte, el de la democracia “a la vasca”, algo así como lo de Franco: Que sólo voten lo que yo quiera, que sólo voten los que yo quiera. La democracia, sin apellidos, tiene sus defectos: que votan todos, que se puede votar todo, que cualquiera puede ser elector y elegible. Los alemanes por ejemplo votaron en su momento a Hitler. Ésa fue su culpa, ése fue su error, la que armaron. Cosas de la democracia pura.

Creer que Herri Batasuna es un partido demócrata es mera hipocresía buenista, como la de los alemanes de los años treinta. De aquella experiencia histórica se sacó la deducción de que en determinados partidos no se podía confiar y había que impedirles participar “contra” la democracia o al menos tenerlos muy vigilados. Parece que la humanidad no aprende si no tropieza dos veces en la misma piedra y todavía hay (políticos y votantes vascos) quienes confían a cierraojos en estas organizaciones. Incluso hay quien pensó que Otegui era un hombre de paz.

Pero si a la democracia se le ponen apellidos la estropeamos. “Orgánica”, por ejemplo. O también “Otéguica”. Mala señal. Arnaldo Otegui se lamenta desde la cárcel de que van a poder votar hasta los txakurras. Y es que no hay nada más sectario que aquel que cree que puede elegir a los votantes. Los míos sí, los de los demás no.

A Arnaldo Otegui le duele que puedan votar todos los que él y sus compinches expulsaron del País Vasco con armas tan democráticas como la metralleta, la goma dos o el amonal. Hitler también expulsó a sus txakurras, nada une más que el radicalismo nacionalista, especialmente si su nacionalismo va acompañado de razias de limpieza. Nada como la pureza de sangre, viva la raza. O mi ideología, que es la versión moderna del racismo. Del nazismo.

Arnaldo Otegui quisiera que ya que esos cien mil (hay quien habla de doscientos mil, déjenme ser modesto en mi afirmación) han sido desprovistos de sus derechos (el de vivir para algunos; el de vivir donde quieran para otros) se les expolie también del derecho de opinión. ¿Para qué van a opinar si son unos parias, para que van a pensar si no son vascos de pura sangre?

Cada pueblo tiene lo que se merece… cada pueblo tiene lo que se merecen sus votantes, será mejor decir. Piénsese en la España actual, por ejemplo. Así que si algún día ese lehendakari en potencia que ahora mismito está en la cárcel se convierte en un héroe del pueblo y decide clasificar a los vascos según la lengua que hablen (huy, perdón, esto ya lo han hecho algunos) o decide expulsar a todos los que no voten lo que él ordene será porque los votantes vascos lo han querido, son cosas de la democracia. Sin apellidos.

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