Palencia es una emoción:

14 septiembre 2012

¡Secesión catalana ya!


Llevo un rato decidiendo si no haría mejor en dedicar la columna a un poético elogio de la dorada luz del otoño. Al final decido escribir lo previsto y utilizar nuevamente mi artículo como terapia anímica.

Estoy harto, señores. La actualidad ha podido conmigo y estoy saturado de aquellos españoles que llevan cuarenta años sacando provecho ilegítimo de sus ventajas políticas. Permítanme ir directo, que el espacio escasea. Estoy harto de los privilegios fiscales de algunos españoles, obtenidos gracias a prebendas políticas injustas y que convierten en mentira que todos los españoles seamos iguales ante la ley. Les hablo del País Vasco y de Navarra y de tradiciones medievales que burlan la igualdad impositiva de los españoles.

Es absolutamente intolerable que un español pague más impuestos por vivir en una provincia que en otra. Y eso, que es profundamente injusto, es defendido por nuestros políticos como bueno para España. No, no me olvido de que los políticos elegidos en Palencia –en toda Castilla- para defender nuestros intereses creen sin embargo que eso es justo. Y hasta lo han llevado a la Constitución.

Y además soportamos las amenazas nacionalistas de separarse de nosotros, aliñando sus pretensiones con discursos clasistas y racistas a la par que victimistas. No sólo están a punto de conseguir sus propósitos, pasando sobre miles de castellanos que fueron forzados a emigrar de sus tierras para crear riqueza en otras, sino que quien tenía que poner freno a todo ello no sabe o no puede hacerlo.

Es tal el éxito del disparate, convertir en víctimas a quienes se favorecen de una ley injusta y en opresores a quienes padecen una política de desertización y despoblación, que en Cataluña les surgen imitadores. Los más favorecidos por la política económica, industrial y de población desde Franco -el primero en impulsar la desertización de Castilla- amenazan también con la secesión si no se les concede también semejante privilegio económico. No sólo es que durante décadas se les ha permitido una política de rechazo de todo lo castellano, haciendo caso omiso de sentencias judiciales, sino que los políticos castellanos, españoles en general, mantienen con su silencio estos privilegios que legalizan españoles de dos clases.

Ahora ponen a su independencia el precio de un concierto económico y nos acusan de intransigentes. Que se vayan y  nos devuelvan a nuestros emigrantes y las joyas castellanas del Museo Marès.

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