Primero: la crisis moral de España. No me refiero al aspecto
religioso (que también iría por ahí) sino moral, simplemente. Propongo dos
ejemplos extremos:
A) La penosa caída de la educación (no se piden las cosas
por favor, ni se pide perdón ni se dan las gracias. No pasa en ninguna otra
cultura) y del conocimiento, como muestra la encuesta PISA, a pesar de los
millones invertidos en Educación. Sólo estamos los primeros en abandono
escolar. Recordemos que el botellón es un derecho innato para una parte de
nuestra juventud.
B) Se sabe públicamente, y hasta se ha dicho en un
parlamento, que hay partidos corruptos que se embolsan el 3% de las obras
públicas y sin embargo no pasa nada, no hay delito, todo se tapa. Hasta el Rey
da ejemplo inmoral y mantiene queridas, fotografiadas y conocidas por todos.
Segundo: A esa crisis de
moral humana se une la repugnante crisis capitalista (Sin duda fue buscada,
intencionada) que nos ha empobrecido hasta extremos increíbles, pues el 20% de
la población está bajo el índice de pobreza, sin embargo se han dirigido
multimillonarias subvenciones públicas a la Banca, que van a manos desconocidas
y privadas. ¿Cabe mayor inmoralidad?
Se avecinan malos tiempos, Euskadi se sumará a la marejada
catalana coordinando esfuerzos. Mas ha sabido mover la sociedad, aprovechando
el profundo desprestigio (cultural, político y económico) de España, para
llevar el agua a su molino. Si lo quieren de verdad se van a separar, pero tal
vez no sea eso lo que busquen sino aumentar sus ventajas económicas, fiscales,
políticas y sociales para medrar y crecer. La cosa se parará allá donde ellos
quieran. ¿Sentirán vértigo al ver a su alcance la independencia? Pero sobre
todo: ¿Qué les va a ofrecer el Estado para que no se independicen? Me temo que
se ha cedido tanto y tantos años ante los nacionalistas, (Aznar, Zapatero) que
nada tiene ya remedio. Se hará lo que ellos quieran y hasta que ellos quieran,
el Estado no tiene fuerza. Sea como sea los castellanos y los que se queden con
nosotros pagaremos los platos rotos. ¿Son conscientes nuestros ineptos
parlamentarios de que nos van a vender por un plato de lentejas? ¡Cabrones!
La crisis política tiene su origen en la Constitución actual
y en que los nacionalistas sólo querían autonomía para ellos; el “café para
todos” les hizo elevar sus ambiciones progresivamente, no podían ser uno más
del pelotón español. Lo mejor para todos: salir corriendo.
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