Empieza Octubre y Palencia se
hace pentagrama en clave de sol para instrumentos de viento, madera y agua. El
viento lo pone Otoño que se descuelga desde Liébana siguiendo el curso del
Pisuerga, tiñendo la Pernía y Campoo del vetusto color del tiempo. Se recrea
feliz corriendo entre prados escabrosos, adornándose en alegres volutas de
sillares medievales mientras cincela montes embebidos en Historia milenaria.
Sopla vehemente y se cuela en
casas de piedra, de fachadas ennoblecidas por escudos de hidalguía en las que
gentes de la mejor masa sujetan sus vidas a los meritorios afanes cotidianos,
del desayuno a la cena en esfuerzo continuo por sacar de la tierra el mejor
fruto. Es la misma estancia rústica y añeja que ha recorrido otras veces
avivando la convivencia, dando los buenos días con precipitación para que nadie
llegue tarde al trabajo o la escuela.
La madera la ponen encinas
oscuras, pinos verdes y chopos ocres. Encinas de espesa negrura que motean
blandas lomas y valles pastoriles; pinos engreídos de altiva esbeltez que
ensombrecen milenarios caminos por los que nadie pasa; chopos de hojas sepias
que anhelaban el otoño para dar rienda suelta a sus descocados instintos
nudistas.
El agua es asunto del Canal de
Castilla, barítono de tonos ligeros y brillantes que olvidando su frustración
como vía de trasporte arropa la provincia de norte a sur, vistiéndola de espuma
y trasparencias. Su camino de sirga es memoria de un romántico intento
ilustrado, vencido por la técnica ferroviaria que será más rápida y moderna
pero también más fría y distante.
El canal es el tubo de órgano en
el que Otoño sopla corcheas de orgullo de la Montaña al Cerrato. Aquí, ya en el
sur, pasa lentamente entonando nanas misteriosas para no despertar de su quietud
a Villamuriel, levantando la mirada envidiosa al cimborrio protogótico de Santa
María sin detener jamás su camino. El Cerrato espera sobrecogido a que las
hojas del calendario se lleven los nubarrones de Otoño y la primavera le
permita engalanarse de nuevo de esos tonos verdes que exaltan su belleza.
Caja de resonancia donde la
provincia refleja toda su magnificencia, macizas iglesias y conventos de Dueñas
-romana, visigoda, árabe y castellana- le despiden. Otoño y canal van camino de
Valladolid.
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