Palencia es una emoción:

01 agosto 2013

Rajoy se apellida Errores

Soy, como el lector habitual ya conoce, un profundo desencantado del sistema actual, esto que llamamos democracia y que aunque se le parece bastante deja mucho que desear. Mi desencanto me ha llevado de la izquierda a la derecha, de confiar en el funcionamiento partidista del que nos hemos dotado a no votar o votar a partidos minúsculos sin posibilidades de alcanzar el poder pero con deseos de echar por la borda todo cuanto de inútil hay en las actuales instituciones.

Del PSOE desconfié cuando a Felipe González le inundó la corrupción y se pasó años negándola y sin combatirla frontalmente. Reconozco sin embargo sus grandes méritos en la trasformación de una sociedad estancada y fracasada. Sus sucesores socialistas, crisis interna tras crisis, nada han hecho por recuperar mi confianza. Zapatero, un ignorante en asuntos económicos como Jordi Sevilla reconoció, se encontró con la crisis más grande y, tal vez sea seña de identidad socialista, también la negó y no supo verla venir, incluso cuando los diarios más serviles hablaban, mes tras mes, del estallido de la burbuja inmobiliaria que se avecinaba a años vista. Al menos durante el Zapaterazo no nos apechugaba la corrupción, aunque sí el despilfarro del “Plan E”. Rubalcaba no es apreciado ni por sus propios conmilitones, prescindamos de él, sólo la radicalización le acompañará a él y a sus sucesores. La izquierda ha perdido el norte.

Aznar supo remar en la dirección en que le llevaban las aguas económicas del momento. España creció pero no supo prevenir tiempos peores buscando una diversificación de las inversiones, sin orientar la Economía en busca de alternativas industriales a la construcción desaforada e inútil que tenía entonces lugar. Todos estos presidentes coincidieron en una cuestión: satisfacer las demandas insaciables (la contradicción en los términos es voluntariamente buscada) de los partidos nacionalistas, creyendo ingenuamente que algún día tendrían fin, prolongando la agonía del Estado y dejando permanentemente sin cerrar el mapa autonómico. Torpes, miren dónde nos llegamos.

Y en éstas llegó el señor Errores. Empezó su tarea por donde la había acabado su antecesor, recortando derechos, eliminando logros sociales, suprimiendo o reduciendo pagas, becas y pensiones. La reforma de la Administración, ese amazonas económico que nos desangra, ha tenido que esperar años hasta ver sus primeros esbozos; mientras tanto, a pesar de recortes salariales y de derechos, la sangría de España no tenía fin. Lo que se ahorraba en sueldos, en becas o en prestaciones sociales se iba en miles de partidas innecesarias de una Administración rocambolesca, repetitiva y dilapidadora. No ha sabido crear ilusión y expectativas, con él la economía se hunde irremediablemente. Como Zapatero ve brotes verdes.

Pero lo peor del rajoyazgo es la sensación de la pérdida de control del Estado, de haber dejado el Estado en manos de estúpidas multinacionales corsarias y de banqueros sin escrúpulos que han saqueado Cajas de Ahorro y otras entidades financieras y comerciales, de que los hilos de las decisiones que corresponden a un gobierno eficaz están manejados por todos los Bárcenas del mundo, coaligados para hacerse para alcanzar el poder sin que Rajoy se diese cuenta. La corrupción, la inmundicia y la inmoralidad se han adueñado del Boletín Oficial del Estado ante la estulticia del gobierno de Rajoy, señor Errores.

Rajoy no sólo no se ha dado cuenta de que en su nombre nos estaban tomando el pelo a todos, sino que, si no es parte de esa tomadura y saqueo del Estado, ha callado durante meses, negándose a las explicaciones que todos le pedíamos, y por lo tanto parece haber otorgado patente de corso a quienes en beneficio propio o del PP nos han esquilmado. Que haya tenido que ser arrastrado por una manada de caballos a rendir cuentas en el Parlamento no hace más que aumentar las sospechas que recaen sobre su torpe comportamiento. Porque probablemente, habrá que esperar, lo suyo sólo sea torpeza. También.


(No, no me olvido de los ERE’s andaluces, ésa es otra bien gorda que nos habla de nuevo de mi abatimiento y desencanto al que me refería al inicio de este artículo)

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