Se multiplican las chistosas
llamadas de atención sobre las siete plagas de Egipto que caerán sobre Cataluña
el día que acceda a la independencia. En internet o en la barra del bar se
comenta que el Barcelona tendría que jugar la liga contra el Martorell, por
ejemplo, que sus exportaciones disminuirían de manera absoluta y otros graves
problemas. Ahora la unión europea aclara además que debería salir de la misma.
¿Y qué? ¡Como si eso fuera a
desanimar a cualquier catalanista! El sentimiento nacionalista es como todos
los sentimientos algo que escapa a la capacidad de raciocinio, uno no decide no
enamorarse de alguien porque su familia sea mafiosa (es sólo un ejemplo, no
hago comparaciones) sino que el amor es una circunstancia ajena a la razón y
que frecuentemente escapa al intelecto: no pertenece al cerebro sino al
corazón.
Con el independentismo sucede lo
mismo. Para la inmensa mayoría de catalanes independentistas vale más ser
independientes pero pobres que ser esclavos del imperialismo español. Y pónganle
comillas a estas últimas palabras.
La principal razón del creciente
independentismo catalán es la ausencia del Estado en el debate catalanista. Manejada
por los medios de comunicación catalanistas no hay nadie que de la verdadera
versión histórica de la guerra de Sucesión, convertida falsa e interesadamente
en un enfrentamiento entre Cataluña y España que nunca se dio; igualmente a
Casanova se le ha convertido, como sus sucesores han advertido, en un icono
independentista, muy lejos delo que fue. Si a la parte espiritual y sentimental
añadimos en materialismo de “Espanya ens roba” tenemos ya el caldo de cultivo
propiciador de la situación actual. Por cierto, ¿cuándo van a cobrar Castilla,
Extremadura o Andalucía alguna compensación por tanta mano de obra emigrada a
Cataluña? Desde Franco al momento presente, ¿quién roba a quién?
El Estado no ha participado
bobaliconamente en este debate. Los catalanes no pagan más impuestos que los de
Venta de Baños, por ejemplo. Si Cataluña paga más de lo que recibe es
exactamente lo mismo que pasa en Madrid, algo lógico cuando se trata de
redistribuir la riqueza y equilibrar los territorios. Nada de robos pues a
Cataluña, sino que se trata de la desaparición del Estado en esa región,
cediendo terreno y protagonismo a las ideas nacionalistas. Estúpidamente, por
cierto.
La colaboración de medios pagados
o subvencionados por el gobierno regional no está siendo compensada; la
machacona insistencia de TV3, pagada con los impuestos de todos los catalanes,
nacionalistas o no, está obteniendo sus frutos, mientras el Estado calla,
acobardado y sin protagonismo, “hablando catalán en la intimidad” o cediendo
repetidamente a los deseos de Pujol, en su momento, y de Artur Mas a cambio de
unos votos. Mercaderes, unos y otros.
Que la realidad sea distorsionada
sin cesar tiene sus consecuencias. Que los catalanes no catalanistas callen y
otorguen, asistan impertérritos a la secesión, sin manifestarse, pasando en
silencio y sin hacer oír su voz, que la mayoría silenciosa sea tan silenciosa y
lo sea durante tanto tiempo, también. Al tiempo.
PD: Otro día hablaremos de la colaboración boba y simplona del PSC y de su acólito, el PSOE
2 comentarios:
Estoy básicamente de acuerdo contigo, Pedro. Así es; y ya veremos hasta donde nos conduce la situación que estamos viviendo. Sí; soy palentino, per toda mi vida profesional la he desarrollado en Cataluña; y me siento orgulloso de ambas cosas. Precisamente llevo unos días pensando en escribir un artículo para el Diario Palentino sobre el tema. En él, reiteraré un "apunte" que hice hace un par de años al respecto, que no es otro que mirar la opción del federalismo como alternativa a las autonomías... y al separatismo, claro. ¿Alguien duda de la "unidad" de los países federales (USA, Canadá, Méjico, Brasil, Alemania, Suiza, Canadá, Brasil, Méjico, etc., etc., etc.?
Me imagino que la noticia que se ha hecho pública hoy de que en el caso de separarse, Cataluña quedaría fuera de la Comunidad Europea puede hacer que el señor Mas se replantee la cosa...
Saludos, Juan Manuel, leeré con gusto esa columna en nuestro periódico. Gracias por leerme
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