Lo del Parlamento catalán es muestra de esas dos Españas que
han de helarnos el corazón. De un lado el estirado y relamido Rato, del otro el
macarra de la CUP.
De un lado un personaje de cuello duro y traje y corbata
seguramente de marca carísima. Del otro un individuo que vigila cuidadosamente
su desaliño indumentario. Las dos Españas. Cada uno antes de salir de casa ha
echado una apresurada mirada al espejo para asegurarse de dar la imagen
adecuada a sus intereses y al estrato social al que quiere representar.
Asimilado a los batasunos uno, al gran capital el otro.
Me niego a ser representado por ninguno de los dos, me niego
a que cualquiera de los dos se quede con mi voto, defienda mis intereses. Y
aunque tengo muy claro a quién escogería si me obligaran a punta de pistola, me
niego a pensar que ambos encarnan las únicas posibilidades de sobrevivir a esta
triste ocasión en que se ve envuelta España.
Dicen que el PSOE se ha radicalizado, más retórica, más
radicalismo laicista y más caña al poder. Y dicen que el PP… me niego, me
niego. Ya no es hora de alternativas de derechas o de izquierdas, todos han
pasado por el poder las suficientes veces, el suficiente tiempo… y nos han
traído exactamente al punto en el que nos llegamos, ¿de qué diantres nos
hablan, de qué narices quieren convencernos?
No es cuestión de cómo administrar esta democracia, sino de
cambiar la democracia, no hay manera de confiar en la renovación del PSOE
encabezada por alguien que fue ministro de Felipe González en el año… ¿Cómo
vamos a creer en un PP que tras suicidarse al llevarnos a Irak vuelve a
suicidarse abriéndose las venas con sobres de dinero negro? ¿Qué renovación,
qué igualdad ante las leyes, qué valores son ésos?
En una España con los mayores índices de fracaso escolar, en
la que belenes, pantojas y futbolistas copan las preocupaciones del ciudadano
es necesario ofrecer una alternativa a tanta estupidez colectiva, a tanta memez
social, a tanta desmemoria política. Pero estamos en un sistema capitalista,
que ciertamente es mucho menos malo que el contrario, y el dinero lo marca todo
en las elecciones que deberían mostrar esa alternativa. El dinero y una ley
hecha a medida de los que mandan, que facilita la permanencia y no la renovación. ¿Con Rubalcaba y Rajoy?
No quiero que mi destino pertenezca en exclusiva a chulos de
bodega o a remilgados señoritingos de corbata cara. Necesito más alternativas.
Hasta luego, gánsteres.
1 comentario:
Muy acertado
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